jueves, 31 de agosto de 2017

La "lengua aljamiada", epílogo del legado morisco.



Durante siglos, el pensamiento y la ciencia en Al-Andalus no solo estuvieron a la cabeza de Europa sino que fueron la vía de transmisión del conocimiento y las ideas más lúcidas de la antigüedad clásica. Merece la pena ahondar en esta fuente, de agua clara y sabia, de nuestra identidad como Pueblo. Además, beber de ella puede ser un buen antídoto para la islamofobia.

Isidoro Moreno (antropólogo).


Breve introducción

Decía Blas Infante que el término "flamenco" proviene de la expresión hispanoárabe "fellah mengu", que significa campesino sin tierra. Es cierto que muchos moriscos ante el peligro de la Diáspora pudieron integrarse en las comunidades gitanas, con las que compartían su carácter de minoría étnica al margen de la cultura dominante. 


Existe un instrumento musical de cuerda que se denomina “guitarra morisca”, lo que significa que debe de tener una antigüedad de muchos siglos. El único instrumento que podrían llevar consigo los moriscos era su guitarra, errante como ellos. Dicen algunos estudiosos que la guitarra morisca, con tres pares de cuerdas puede ser considerada un precedente directo de la guitarra española. Con esto, no se quiere dar a entender que el flamenco tenga un origen morisco pero si es posible que las comunidades gitano-moriscas contribuyeran a formar parte del primer embrión del flamenco, aunque estudiosos doctores tiene el flamenco en este inmenso mar de arte cuyos afluentes son demasiados caudalosos y profundos.


Blas Infante pudo suponer que en ese caldo de cultivo pudo surgir la génesis el cante flamenco, como manifestación del dolor que ese pueblo sentía por la aniquilación de su cultura actuando el territorio de Andalucía como verdadero catalizador de aquella esencia morisca cuyos efluvios y reminiscencias perduran hasta nuestros días.

Dicen los entendidos que si algún palo del flamenco pudiera proyectarse sobre la población morisca, éste sería sin duda “la seguiriya”, porque expresa la tragedia y el dolor lacerante de un pueblo al que se les arrebató por la fuerza sus señas de identidad: la lengua aljamiada, la memoria y el conocimiento.


Al igual que el flamenco "fellah mengu" lo ubicaba históricamente Blas Infante en tiempo de los moriscos, también la literatura popular remonta el fado a tiempos de los andalusíes, cuando vivía la población musulmana en la colina del castillo de San Jorge de Lisboa argumentando que el fado tiene parecido con la música popular del norte de África en sus prolongados quejidos y en el tratamiento de lo cotidiano. Otros sin embargo, ubican el fado en el siglo XIX cuando el alma del pueblo estuvo dominado por la melancolía de los que partían en los barcos y de los que esperaban su regreso cuando el eco del fado se escuchaba en las viejas tabernas en el antiguo barrio de la Alfama.

...En Al Ándalus la convivencia entre mozárabes, musulmanes y judíos dará con el tiempo una simbiosis lingüística que potenciará el uso de la grafía aljamiada, donde los descendientes de los andalusíes arabizarán palabras de origen latino. 


Aunque el árabe era la lengua oficial de Al Ándalus, será la grafía aljamiada o español islámico, la lengua más utilizada en la última parte de la denominada "Reconquista" y en Las Alpujarras hasta el año de su expulsión en 1609. En los pueblos de las Alpujarras, la población morisca seguirá hablando aljamiado como lengua viva.  

Cuando se decreta la expulsión de los moriscos la grafía aljamiada irá desapareciendo progresivamente en favor del castellano. Muchos moriscos serán conscientes de que para hablar su propia lengua, “la algarabía” o grafía aljamiada se tendría que realizar de forma clandestina. La grafía árabe poseía para la población morisca una especie de carácter sagrado como manifestación externa a la comunidad islámica “umma”. El morisco se aferra a cualquier elemento que le diferencie del cristiano viejo como contrapeso a la doctrina cristiana.

La lengua aljamiada-morisca se hallaba profundamente arabizada, a la que se añaden palabras romances aljamiadas. Con el paso de los años la población morisca seguirá entendiendo la lengua aljamiada. La expulsión a partir de 1609 será el trágico epílogo hacia un legado cultural.

La literatura clandestina morisca ha sido transcrita de la literatura musulmana y escrita en castellano con ayuda de caracteres árabes.

El hallazgo de libros moriscos más cuantioso sucedió en Almonacid de la Sierra (Zaragoza) en 1884: en el derribo de una casa antigua se descubrió que entre el suelo de la obra y un falso suelo de madera de una habitación había más de ochenta volúmenes, completamente nuevos e intactos después de trescientos años y todos ellos con sus telas de lino y sus piedras de sal, para evitar dentro de lo posible la humedad.

Para el morisco, perder su lengua equivalía a perder sus señas de identidad transmitida desde tiempos muy pretéritos. La grafía “aljamiada” era un rasgo destacable de la población morisca autóctona que identificaba étnicamente a todo un pueblo oprimido por el nuevo Estado intolerante que basaba sus objetivos en la pérdida de identidad “del otro”, conversiones forzadas, limpieza de sangre de los “cristianos viejos” frente a los “cristianos nuevos de moros” y en último lugar, la expulsión definitiva como resultado del fundamentalismo cristiano.


La política cristiana se va haciendo cada vez más intolerante para la población morisca, consciente en todo momento de que su propia identidad estaba amenazada. Daba igual la grafía que escogiera este pueblo porque de una manera u otra quedarán estigmatizados. Si el nombre era cristiano, quedaban estigmatizados por su pueblo y si iba acompañada de un nombre cristiano también.

La grafía árabe se origina a partir del alfabeto fenicio. Al igual que el hebreo se escribe de derecha a izquierda. La escritura es siempre cursiva y no existen letras mayúsculas.

Se denomina “alifato”, una serie de consonantes árabes ordenadas tradicionalmente.

Aunque la Inquisición disponía de expertos en grafía árabe, las nuevas autoridades cristianas desconocedoras de dicha grafía, entendían que dicha lengua tan sólo podía traer inconvenientes al nuevo Estado. El nuevo proyecto histórico de los Reyes Católicos estaba encaminado a forjar una España refractaria e intolerante como idea de Castilla amparada y consolidada por la Iglesia Católica cuya cruzada tenía como epílogo la expulsión de los judíos en 1492 y la expulsión de la población morisca a partir de 1609.

Era una norma obligada añadir un nombre cristiano a un apellido morisco. La pérdida de los nombres árabes era particularmente importante pues suponía la desaparición de los linajes y genealogías en las antiguas tribus árabes y con ello, la desintegración de una estructura social. 

La pérdida de la guerra en favor de las tropas cristianas dio lugar al epílogo de “lo morisco” como entidad social y cultural arraigada en un hábitat concreto durante siglos. Sólo quedaban grupos residuales. Era necesario para el nuevo Estado erradicar lo más importante que poseían los vencidos: "La Memoria" y el conocimiento.

La cultura cristiana y morisca chocarán en todas sus manifestaciones al ser dos estilos de vida diametralmente opuestos. La fatwa (opinión legal) como conjunto de reglas proporcionaba a los moriscos las máximas facilidades para conservar su fe. La "taqiyya" era una doctrina del criptoislamismo morisco que permitía al creyente morisco fingir que acepta la fe de la mayoría cuando se encuentra aislado en un medio hostil. Si se veían obligados a beber vino, comer cerdo o realizar usura lo realizaban en contra de su voluntad pero pidiendo perdón a su Dios.

La población morisca conocía todas y cada una de las plantas medicinales del territorio donde habitaban cuyos principios activos se usaban para mejorar algunas dolencias respiratorias, digestivas, urinarias, piel, etcétera. Muchas plantas han sido retenidas por la literatura popular con sus antiguos nombres comunes como la hierbabuena morisca, el tomillo morisco, el incienso morisco…

El término “morisco” también se aplica a múltiples términos. Como ejemplo cabe citar, la oliva morisca, la moneda (la dobla morisca), el gorrión morisco, el gato morisco, la cabra morisca o la teja morisca entre otros. El desconocimiento de su cultura por las nuevas autoridades llegó a ser de tal envergadura que incluso las mujeres moriscas llegarían a ser acusadas de ejercer la magia “invocando al diablo”. 

Alejarse de la ortodoxia islámica demuestra que la cultura morisca estuvo siempre expuesta a la represión. Los moriscos iban perdiendo los elementos más visibles de su identidad reteniendo los más íntimos, aquellos que los ejercitaban en el interior de sus viviendas, como las oraciones y abluciones. La supervivencia cultural morisca estaba basada en la familia, en torno al hombre más anciano. Las familias viven en torno a sus costumbres ancestrales. Los moriscos en Las Alpujarras eran profundos conocedores del uso medicinal de las plantas. 

La población morisca como grupo étnico se caracterizaba por su lealtad al grupo. Por lo tanto, cambiar su identidad significaba perder sus tradiciones y costumbres. Cambiar de vestimenta significaba romper los lazos de su identidad autóctona, para después bautizarse por la fuerza. Su atuendo constituye en esta época uno de los principales elementos de identificación étnica.

Hasta hace poco tiempo se veía a las mujeres de Mojácar (Almeria) llevando la almalafa -vestido moro que cubría desde los hombros hasta los pies o la cobijada de Vejer como costumbre derivada del Islam de cubrirse la mujer el rostro, pudiéndose considerar efluvios y reminiscencias de tiempos moriscos.


En 1566 Felipe II criminalizó el uso de la lengua árabe, prohibiéndola, dando tres años de plazo a los moriscos para aprender el castellano aunque no era extraño el bilingüismo entre mudéjares y moriscos. La represión posterior a la Rebelión de las Alpujarras tendrá como consecuencia la desaparición de la grafía aljamiada en esos territorios.

Muchas iglesias serán construidas sobre antiguas mezquitas que estaban orientadas en dirección noreste-sureste hacia La Meca. Los antiguos alminares también serían cristianizados añadiéndoles el correspondiente cuerpo de campanas. 

Los moriscos desempeñaban trabajos humildes siendo grandes alarifes o albañiles y hortelanos, perfectos conocedores de la cultura del agua. Fabricaban bellos azulejos, techumbres con espléndidos artesonados y magníficas yeserías que han formado parte del arte mudéjar.

Pero los moriscos españoles tuvieron el mismo destino fatal que sus predecesores que un siglo antes que prefirieron el éxodo a la apostasía. 

Como consecuencia del decreto real, decenas de miles de moriscos, descendientes de la población musulmana serán obligados a emprender su propia diáspora que también fue cultural con el quebranto moral, económico y social. De nuevo, la intolerancia atrasó el reloj de nuestra historia. 

La expulsión de los judíos en 1492 y posteriormente la deportación de los moriscos a partir de 1609 ha sido considerado por la historia como una “limpieza étnica”. Semejante falta de altura de miras que tuvo consecuencias lamentables para la economía española de la época al quedar pueblos enteros y campos desiertos, la economía se resintió, la burguesía se arruina y los bancos quiebran en 1613. 

En la evolución de las relaciones cristiano-moriscas es latente la hostilidad entre ambas comunidades. La Iglesia cristiana desde su hegemonía religiosa pretendía que los moriscos olvidaran sus costumbres reprimiendo cualquier indicio de simpatía islámica.

Los cristianos aprendieron numerosas técnicas de albañilería y agricultura de huerta desarrollada por los moriscos. La zambra vuelve a reaparecer en el siglo XX tras varios siglos de ausencia.

El integrismo, la intolerancia y la escasa altura de miras llegarían a tal extremo que incluso los baños árabes "al-hamman" fueron clausurados por Felipe II al considerarse lugares pecaminosos. Los cristianos consideraban la costumbre de bañarse perniciosa así como el hábito de teñirse el pelo o bailar la zambra. 

El morisco utilizaba el agua como símbolo de pureza “baños, letrinas y abluciones” mientras que para en el cristiano el aseo brillaba por su ausencia. 

En Andalucía casi todo el mundo sabía leer y escribir, mientras que en la Europa cristiana, a excepción del clero, nadie sabía. 


Toda esta sinrazón trajo como consecuencia la Rebelión de las Alpujarras entre 1568 y 1571 al mando de Fernando de Válor y Córdoba -Muhammad ibn Umayya- durante el reinado de Felipe II. La mentalidad e intolerancia de una religión cristiana que desde su hegemonía religiosa utiliza la represión como fracaso de su empresa evangelizadora, lo que produjo un auténtico genocidio y etnocidio al expulsar a los moriscos españoles que tenían una identidad cultural propia en su país autóctono.


La evangelización pacífica es reemplazada por la opción represiva. La Inquisición confiscaba los bienes de los moriscos llevándolos a la indigencia.

El fundamento del edicto obligaba a los moriscos a dejar su modo de vida y costumbres islámicas para convertirse por la fuerza al catolicismo que consideraba a los moriscos como una especie de contracultura dentro de la nueva unidad religiosa.


Una proposición para que los moriscos no puedan ser médicos:


El documento siguiente, pertenece a las Actas de las Cortes de Castilla con fecha 13 de septiembre de 1607 es significativo, no sólo por manifestar temor ante los moriscos -atentando contra los cristianos viejos de toda manera posible- sino porque deja ver, además, el sentimiento de honra y el prurito de limpieza de sangre aplicado a las actividades profesionales: hay oficios de cristianos viejos, y, por tanto, honrosos, y otros propios de cristianos nuevos (judíos o moriscos), que no son compatibles con la honra. Por tanto, si a los moriscos se les permite ejercer la medicina, ésta acabará siendo un oficio de moriscos que ningún cristiano viejo querrá ejercer. 


Como queda reflejado, las rencillas entre médicos cristianos y moriscos llevará a la Inquisición a intervenir.

Si a los moriscos se les permite ejercer la medicina, ésta acabará siendo un oficio de moriscos que ningún cristiano viejo querrá ejercer. 

Las leyes prohibían a los moriscos tener honrosos oficios. Los cristianos viejos no querrán que sus hijos sean médicos ni boticarios si los moriscos ejercen ya que podrían matar en secreto.

No obstante, Felipe III será sanado de sus dolencias por un médico morisco “Pachet”. Sin embargo será éste mismo rey quien decidió expulsar a la población morisca.

Para el licenciado Torrijos, sacerdote de origen morisco, si se impedían los matrimonios entre cristianos nuevos, éstos quedarían solteros y sin descendencia. Pedro Ponce de León sin embargo aconseja enviar a galeras a los hombres entre 18 y 40 años para evitar descendencia. El obispo de Segorbe, Martín de Salvatierra o el sevillano Alonso Gutiérrez, postula por la castración, lo que apenas fue atendida por las autoridades, partidarias de la expulsión como sistema a caballo entre el genocidio y el repudio.

El ayuno, las abluciones, la oración -rezar los viernes en la mezquita-, la limosna y la peregrinación a La Meca eran costumbres dentro de la religión morisca. La población morisca era enterrada bajo tierra virgen y rodeada de paños blancos y recostado sobre el lado derecho en el Almocábar o cementerio musulmán en dirección a la Meca (NE-SE.)

La cultura morisca sobrevive en parte gracias a los alfaquíes, doctores o sabios de la ley, encargados de repartir limosnas y a quienes las autoridades católicas se apresuran a conducirlos a la Inquisición. Cuando los moriscos no podían recibir las enseñanzas del alfaquí, acogían en su casa a un huésped que les instruyera comentando el "Alcorán", libro sagrado del Islam. Al carecer del clero, en el Islam cada creyente debía de propagar su fe. La transmisión de esta herencia cultural se produce gracias a una fuerte solidaridad existente entre los moriscos. 

Pero el factor más importante en la supervivencia cultural es la familia agrupada en torno al hombre más anciano, a quien encomiendan la jefatura de la misma. El clan proporciona a la familia una coherencia que el matrimonio afianza, vínculo solidario que llega a ser consanguíneo a medida que aumentan las bodas entre primos de un linaje. Los moriscos contraían matrimonio según el rito musulmán, en secreto. 

Mientras la luz de una espléndida civilización declina lentamente en la Península Ibérica, el asentamiento de la población morisca en Berbería contribuyó a su renacimiento cultural ejerciendo una importante influencia en el norte de África. Este hecho histórico contribuyó a que el Norte de África pasara en poco tiempo de la Edad Media a la Edad Contemporánea.


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