jueves, 18 de mayo de 2017

La Ruta de Washington Irving


«Dale limosna mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada» 

Francisco de Icaza

Paseando por el Callejón del Agua, junto a las murallas del Alcázar de Sevilla nuestra retina capta una placa en bronce de 1925 en honor al viajero romántico “Washington Irving” (1783-1859) que visitara ciudades tan esenciales para la civilización andalusí como “la antigua Isbilya, Córduba y Garnatha”.




El romántico escritor norteamericano realizó la ruta que lleva su nombre en el año 1829, quedando impregnado de los efluvios y reminiscencias que se rezumen por todos los poros del romanticismo del siglo XIX.

Son innumerables los pueblos blancos jalonados a lo largo de la serranía andaluza. La angostura de sus callejuelas, sinuosas y empinadas en busca de la protección que le brindaban las antiguas alcazabas, entre una enorme diversidad paisajística a la que también contribuyen una franja del territorio, donde hasta no hace mucho tiempo, ejercían su influencia los contrabandistas y bandoleros como los “Siete Niños de Écija o José María “El Tempranillo” entre otros, a los que la miseria junto con la injusticia social les obligó a “echarse al monte”. Por consiguiente, el bandolerismo será considerado como una razón de Estado al poner en peligro las comunicaciones y los intereses de los caciques y señoritos cortijeros.


Las diferentes franjas geográficas donde ejercían los bandoleros su influencia eran:

1. La cuenca del río Genil, desde Loja hasta Écija: Benamejí, Palenciana, Alameda, Jauja, Badolatosa, Estepa, Écija…

2. Desde Gibraltar hasta Granada: Gibraltar, Grazalema, Cortes de la Frontera, Torre Alháquime, Villamartín, Ronda, Antequera, Alhama y Granada…

3. Desde Carmona hasta Montellano, pasando por Arahal. 

4. El norte de las provincias de Córdoba y Jaén en Sierra Morena.


La Ruta de Washington Irving constituye una arteria vital dentro de las diversas rutas de Al Ándalus: Málaga, Sevilla y Granada. Estas dos últimas capitales deslumbrantes y esenciales en la civilización andalusí “la antigua Ishbiliya”, capital de los almohades y la antigua “Garnatha”, capital del reino nazarí”.

Existían en tiempos de la Casa del Islam “Dar al Islam” en Al Ándalus diversas e importantes rutas: la Ruta del Califato, la Ruta de los nazaríes, las rutas de los Almorávides y Almohades…

El itinerario de la Ruta de Washington Irving está formado por aquéllos pueblos por donde pasara el escritor norteamericano en 1829 que transcurre entre Sevilla y Granada unos 250 km. A lo largo de la ruta se pueden observar un considerable patrimonio monumental entre castillos y antiguas alcazabas, obras mudéjares, barrocas, torres, iglesias, baños árabes y una arquitectura popular que jalonan un histórico camino que durante la Edad Media serviría de importante vía comercial entre la Vega del Guadalquivir "Wad al-kabir" y el “inexpugnable” reino nazarí de Granada "Garnatha".

Sevilla, Alcalá de Guadaira, El Arahal, Carmona, Marchena y Écija, Osuna, Estepa, La Roda de Andalucía, Fuente de Piedra, Humilladero y Mollina, la Vega de Antequera, Archidona, Loja, Huétor-Tájar, Moraleda de Zafayona y Alhama de Granada al sur. Al norte se asciende hasta Montefrío e Íllora, retornando por Fuente Vaqueros y Chauchina, al eje de la ruta, que culmina en Santa Fe y Granada.

En su primer viaje a Granada, Washington Irving salió de Madrid el 1 de marzo de 1828 llegando a Córdoba el 4 de marzo hasta el 7. Ese mismo día emprendieron el viaje desde Córdoba a Granada a caballo llegando al atardecer del 9 de marzo de 1828 por la Vega de Granada. 

La primera etapa fue Castro del Río. Al amanecer observan un cortejo de frailes con linternas cantando por las calles al estar en Cuaresma. Al día siguiente paran en Baena y llegan a Alcalá la Real donde Washington Irving observa toda la comarca llena de montes olivos entre ermitas y castillos. En la lejanía su retina capta por vez primera Sierra Nevada entre fondas y posadas. Al fin, Washington Irving iba a conocer la última ciudad nazarí, escenario histórico de luchas entre árabes y cristianos.

Foto. Manuel León

Cuando Washington Irving llega a la Alhambra, comprueba las consecuencias de la invasión francesa y el olvido secular del gobierno español. Durante su estancia en fortaleza nazarí, observó que los habitantes pobres y gente de mal vivir se alojaban al amparo de sus torres en ruinas, tan deterioradas que incluso el gobernador de la Alhambra abandonó definitivamente su alojamiento para irse a vivir a Granada.

Allí seguirán viviendo los soldados retirados, mal vestidos y peor pagados como “custodios de la Alhambra”. Antonia, su sobrina Dolores y otro sobrino que estudiaba medicina vivían también en la Alhambra. Mateo Giménez, pobre pero orgulloso de ser cristiano viejo y de sangre limpia tenía 35 años de edad cuando conoció al escritor, quien le contaba al escritor muchas historias y leyendas de la Alhambra sin olvidar al jardinero Pepe que le llevaba flores a W. Irving cuando éste se alojó en la Alhambra. 

Washington Irving visitará la Catedral de Granada, la Capilla Real con la cripta de los Reyes Católicos, el Valle del Darro y el Sacromonte. Cuenta en su libro “Cuentos de la Alhambra que los Abencerrajes pagaron con su sangre la fidelidad al monarca y que tenía como escritorio un lugar privilegiado como fue el magnífico escenario histórico del Patio de los Leones.



Nos narra Washington Irving en su libro “Cuentos de la Alhambra” la inseguridad de esta región donde estaba demostrado el universal uso de las armas: el pastor en la campiña y el zagal en el llano tienen su escopeta y su navaja, y el opulento aldeano rara vez se aventura a ir a la feria real sin su trabuco, y acaso también acompañado de un criado a pie, con su arma de fuego al hombro; y, en general, no se emprende la más pequeña caminata sin todos los preparativos de un empresa guerrera. 


Los peligros del camino dan también lugar a un modo especial de viajar; parecido, aunque a pequeña escala, a las caravanas de Oriente. Los arrieros se reúnen y emprenden juntos la caminata en largo y bien armado convoy en ciertos y determinados días; y, a la vez, algún que otro viajero aumenta el número y contribuye a la general defensa. En este primitivo modo de viajar está el comercio de este país.

El mulatero es el ordinario medianero del tráfico y legítimo viajero de la tierra: él atraviesa la Península desde los Pirineos y las Asturias hasta las Alpujarras, la Serranía de Ronda y aún hasta las puertas de Gibraltar. Vive sobria y duramente; sus alforjas de tela burda constituye su mezquina despensa de provisiones; una bota de cuero pendiente de su arzón contiene vino o agua, que le da refuerzo a través de aquéllas estériles montañas y secas llanuras; una manta de mula tendida en la tierra le sirve de cama por la noche y la albarda de almohada…

…Como estos hombres llevan constantemente toda su fortuna entregada al azar en las cargas de sus acémilas, tienen siempre sus armas a mano, colgada de los aparejos y prontas para poderlas coger en alguna desesperada defensa; pero, como viajan reunidos en gran número, se hacen temibles a las partidas de merodeadores, y el solitario bandolero, armado hasta los dientes y montado en su corcel andaluz, anda recelosamente acechándolos, como el pirata que persigue un barco mercante, sin tener el valor para dar el salto

David Roberts. La Puerta de las Orejas (1830)

…lo de más valor de nuestro equipaje se había enviado delante con los arrieros, llevando solamente con nosotros lo necesario para el viaje y el dinero de los gastos del camino, con un suficiente sobrante de esto último para satisfacer la codicia de los ladrones, si por desgracia nos asaltaban, y para librarnos de los duros tratamientos que sufre el indefenso viajero que es demasiado confiado. 

…Pero, ¡qué país es España para un viajero!. La más miserable posada está para él tan llena de aventuras como un castillo encantado, y cada comida constituye por sí misma toda una hazaña!...

…Mientras estábamos cenando con nuestro amigo el jefe de la patrulla de los migueletes se oyeron acordes de una guitarra y el ruido de las castañuelas, y poco después varias voces cantando en coro un aire popular. En efecto, mi posadero había reunido conjuntamente a los aficionados al canto, a la música y a las beldades el rústico vecindario, y al salir al patio del mesón se presentó ante nuestra vista el cuadro de una verdadera fiesta española…

…Para el viajero inspirado en lo histórico y en lo poético, la Alhambra de Granada es un objeto de tanta veneración como la Kaaba o Casa Sagrada de la Meca para los devotos peregrinos musulmanes. ¿Cuántas leyendas y tradiciones verídicas y fabulosas, cuántos cantares y romances amorosos, españoles y árabes, y qué de guerras y hechos caballerescos hay referentes a aquellos románticos torreones!. El lector comprenderá fácilmente nuestra alegría cuando, poco después de llegar a Granada, el gobernador de la Alhambra nos dio permiso para residir en las habitaciones vacías del Palacio morisco. Mi compañero fue pronto llamado para los deberes de su cargo oficial; pero yo permanecí de intento algunos meses en el viejo Palacio encantado…

“Cuentos de la Alhambra” de W. Irving


Pero, ¡quién fue nuestro protagonista que tanto ha contribuido a proyectar esa imagen romántica de Andalucía al quedar fascinado por su exotismo!, y que en esta ocasión, ha sido uno de los “culpables” para mi desplazamiento a los jardines de la Alhambra de Granada en busca de sus huellas y volver a releer “Cuentos de la Alhambra” y “Cartas desde la Alhambra”.


Biografía


Washington Irving nace un 3 de abril de 1783 en Nueva York. Desde su niñez desarrolló una gran pasión por la lectura y escritura, devorando Robinson Crusoe y Las Mil y una Noches, siendo colaborador de una publicación editada por su hermano Peter Irving “Morning Chronicle”, al mismo tiempo que estudiaba leyes.

El origen de su nombre viene por la gran admiración que sentían sus padres hacia el general George Washington (primer presidente de los Estados Unidos) y en su honor lo bautizaron con su nombre. Su infancia transcurrió entre las riberas del río Hudson. El joven Irving era hijo de un rico comerciante escocés y madre inglesa, nieta de un clérigo, siendo el hijo menor de una familia de once hermanos.


Entre 1804 y 1806 Washington Irving viaja por diversos países europeos con el fin de fortalecer su frágil salud residiendo en Francia e Italia. París le atrae poderosamente. Tras regresar a Nueva York trabaja como abogado participando en la empresa familiar.

Washington Irving se esconde bajo el pseudónimo de Dietrich Knickerbocker. En 1809, “A History of New York” le catapulta a la fama al criticar de forma humorística a los holandeses de Nueva Amsterdam, a la alta sociedad neoyorkina y a la frágil democracia jeffersoniana. Ese mismo año fallece su novia Mathilde Hoffman, con quien estaba comprometido. Tras esta tragedia, nunca más contraerá matrimonio.

W. Irving describe con ingenio como junto a la colonia de New Amsterdam se habían instalado un creciente número de ingleses conocidos por los indios con el nombre de “yankees”, un apodo que fue dado a los rebeldes norteamericanos por los propios británicos en Nueva Inglaterra, siendo después utilizado por los sudistas para referirse a los nordistas durante la Guerra de Secesión americana. En la actualidad se aplica a todos los habitantes de Estados Unidos de origen anglosajón.

Hacia la segunda mitad del siglo XVII muchos holandeses vivían en Nueva Inglaterra, muchos de los cuales se llamaban Jan (en neerlandés Juan, pronunciado [yan]) y su diminutivo “Janke” ("Juanito"), originándose el término inglés “yankee”.

Con la caída de Napoleón Bonaparte, Irving llega a Liverpool en 1815 y se empapa del misterioso paisaje escocés a través de la producción de Walter Scott, al que conoce en 1817, en Abbotsford ”Escocia”. Viaja a Italia, Francia, Bélgica, Holanda y finalmente, queda prendado de los escenarios más románticos de España y Alemania. 

Es nombrado agregado de la legación norteamericana en Madrid, presidida por sir Alexander H. Everett, llegando a Madrid un 15 de febrero de 1826, lo que le proporciona investigar y ampliar sus conocimientos sobre Cristóbal Colón ya que se sentía fascinado por la lengua y la literatura española. Y será a partir de entonces, cuando su retina quede impregnada por los efluvios y reminiscencias de la época nazarí junto con el costumbrismo, el color y la luz de Andalucía.

Muy pronto se dio cuenta W. Irving de la enorme posibilidad que se le ofrecía para realizar una biografía sobre Cristóbal Colón aunque sería necesario recopilar mucha documentación y una enorme cantidad de datos históricos “Historia de la Vida y los Viajes de Cristóbal Colón -History of the life and Voyages of Cristopher Columbus-”, que se publicará en Londres y Nueva York en 1828. 

Pero W. Irving tenía la necesidad de consultar en la capital hispalense el Archivo General de Indias y viajar a la Rábida en busca de las huellas del descubridor de América. Esa primera biografía de Colón tuvo mucho éxito al ser la primera que se publicaba en el mundo y traducirse a varios idiomas. La primera edición española pertenece a 1833.

En la primavera de 1829, Irving visitará Sevilla y Granada, junto a Dalgoruki, adscrito a la embajada rusa en Madrid. Allí solicitan al gobernador de la Alhambra “de la Serna” que les dejen vivir en ella. Conseguido el permiso, pone manos a la obra de su producción más famosa entre nosotros “Cuentos de la Alhambra”.


El motivo principal del viaje de W. Irving a Andalucía era consultar en Sevilla la Biblioteca Colombina y el Archivo de Indias. La visita a Granada entraría como una razón personal. Visita la Capilla Real donde se encuentra enterrado los Reyes Católicos, Juana “La Loca” y Felipe el Hermoso.

W. Irving estuvo en Granada en dos ocasiones. La primera del 9 al 20 de marzo de 1828 y la segunda del 4 de mayo al 29 de julio de 1929. Su estancia en España concluye al asumir el puesto de secretario de la Embajada de Estados Unidos en Londres. 

Además de escribir “Cuentos de la Alhambra” bajo el hechizo de la capital nazarí, Irving mantuvo una fructífera correspondencia -hasta hace poco tiempo inédita- con sus amigos, lo que nos demuestra que fue también un romántico soñador. En la segunda estancia en Granada, su guía Mateo Jiménez “Hijo de la Alhambra” será su inseparable amigo que le narrará historias que más bien parecen de “Las mil y una noches”.

W. Irving no se aloja en el brillante palacio habitado por los nazaríes sino en un complejo destartalado “mitad cuartel, mitad vivienda de gitanos”, que le inspirará al folklorismo. España en general y Granada en particular, se mostraba ante él como el país más romántico de Europa con todos sus ingredientes: reminiscencias andalusíes, partías de bandoleros, contrabandistas, toreros y cante flamenco con la guitarra y el baile.

En 1827 logra terminar “Crónica de la conquista de Granada -Chronicle of the Conquest of Granada-” que se publicará en 1929 en Londres y Filadelfia. Terminado el libro sobre Colón, vuelve a viajar a Andalucía con dos ciudades grabadas en su retina: Sevilla y Granada, ésta última le permitirá conocer con todo lujo de detalles la Alhambra y el embrujo de Oriente, donde la sombra de Boabdil,  apodado entre sus cronistas como "el Zogoibi o el Desdichado” le acompañará junto al Patio de los Leones, en el corazón de la Alhambra, con las huellas de los Abencerrajes de tiempos pretéritos.

“Cuentos de la Alhambra” es una colección de leyendas y costumbres sobre el palacio nazarí y sus habitantes narradas por su guía y amigo Mateo Jiménez que le contaba que existían muchos tesoros escondidos por los moros.

En Sevilla residirá más de un año porque quiere recoger más datos sobre la historia de Colón y sus compañeros de conquista. Pero W. Irwing no sólo escribe sino que emplea una parte de su tiempo en disfrutar de la ciudad y sus alrededores deleitándose durante su estancia en Andalucía con la gastronomía de la tierra -el pan de Alcalá con los molinos harineros movidos por el río Guadaira, los molletes de Antequera, la chacina de la serranía, las hortalizas de la Vega del Genil, el gazpacho y un largo etcétera.

También encuentra huellas andalusíes en la arquitectura árabe de los pueblos donde la cultura del agua fluye por los patios, huertas, acequias, jardines y vegas entre los efluvios de los naranjos y limoneros bajo la atenta mirada de la abrupta Sierra Nevada, el río Darro, la Alpujarra y la Vega del Genil con la Serranía de Ronda a medio camino entre Gibraltar y la antigua Garnatha, considerada la “Damasco de Occidente”.



Nadie como Irving ha sabido captar “a vista de pájaro” todas las emociones que se perciben desde lo alto de la fortaleza de la Alhambra «al-Ḥamrā», cuyo nombre completo será “Qalat al-hamra» o fortaleza roja, describiendo minuciosamente el Palacio del Generalife, el río Darro, Santa Fé, la Vega del Genil y Sierra Nevada.

Cuenta la leyenda que encontrándose Muley Hacén ya anciano se retiró a morir al castillo de Mondújar en el “Valle de Lecrín”, en compañía de Zoraya. El 28 de octubre de 1485, tras invocar al arcángel Azrael y taparse el rostro con un Corán abierto, entregó su alma a Alá. Cuentan que Zoraya, para que su sepultura no fuera profanada jamás, ordenó conducir el cadáver a lo más alto de Sierra Nevada -Solair, para los árabes-, en cuya más alta cumbre mandó inhumar sus restos, cubiertos por la bandera roja de los nazaríes, bajo las nieves perpetuas. 

Desde entonces este pico -el más alto de la Península Ibérica con 3478 metros lleva el nombre de este monarca nazarí: Muley Hacén "Mulhacén", padre de Boabdil y hermano de El Zagal.

W. Irving quedará entusiasmado ante la contemplación de la ciudad del Darro en las faldas de Sierra Nevada. Durante algún tiempo sus dependencias de trabajo estuvieron junto al “Patio de los Leones”. Consultó la biblioteca de la Universidad, que antaño había pertenecido a los jesuitas, consultando también a los erúditos locales que residían entonces en la Alhambra: soldados veteranos, mutilados de guerra, contrabandistas…mezclando sabiamente la literatura popular con otras fuentes. 

Todos los días al atardecer, W. Irving reunía una animada tertulia en la plaza de los Aljibes. Curiosamente la primera niña que leería sus cuentos sería con el tiempo emperatriz de Francia: Eugenia de Montijo. 

Otros autores como A. Dumas, T. Gautier y Chateaubriand habían buscado también inspiración en la luminosa Andalucía, pero nadie como W. Irving efectuó esa unión tan íntima con Granada. Irving fue el primero de los hispanos que amó a España contribuyendo a hacer amables las cosas españolas. Los “Cuentos de la Alhambra” parecen que están sacados de “Las mil y una noches”.


W. Irving de mentalidad conservadora ha sido llamado muchas veces, con toda justicia, el primer gran hombre de letras americano. Sus largas estancias en España, le permitieron conocer perfectamente la Historia de España, llegando a ser posiblemente el primer hispanista en la historia de su país.

Washington Irving escritor y diplomático norteamericano llegó a ser el prototipo del viajero romántico que quedó seducido por Andalucía. Sus andanzas dieron como fruto varias obras de tema hispano árabe, entre las que destacan “Cuentos de la Alhambra”, que tanto ha contribuido a proyectar la imagen romántica de Andalucía.

Su crónica de la Conquista de Granada es una especie de libro de caballerías histórico pero plagado de fantasía. En 1829 sale a la luz “Vida y viajes de Cristóbal Colón” y los “Viajes y descubrimientos de los compañeros de Colón” en 1831.

Pero los reajustes burocráticos le relevaron de su misión con la llegada la presidencia de EE.UU de Andrew Jackson. De vuelta a los EE.UU. redactó una Biografía de Mahoma, poco conocida, así como una vida de George Washington (1855-1859). 

Washington Irving falleció el 28 de noviembre de 1859 en su villa de “Sunyside”, situada junto a su querido río Hudson. W. Irving fallece el mismo año que tiene la apertura el Canal de Suez que debería contribuir al acercamiento de Occidente y el Mundo Islámico. 

¡Qué lejos quedaba todavía el Desastre de 1898 plasmado fielmente por una Generación de poetas, la del 98!.

W. Irving había descubierto Granada muchos años antes de que Gerald Brenan descubriera las Alpujarras “Al Sur de Granada” y de que nuestro gran poeta y dramaturgo Federico García Lorca descubriera posteriormente la ciudad natal de Washington Irving. Sin embargo, Granada le debe a Washington Irving el renacer de su pasado más glorioso “el nazarí”.


Con el devenir de los tiempos, la figura de Irving se hizo más atrayente, tanto en EE.UU como en España. En 1959 se colocó una lápida en la fuente próxima a la Puerta de la Justicia, de su querida Alhambra y se restauraron estancias y muebles donde vivió y utilizó el escritor, dedicándose un monumento en el bosque de la Alhambra. También un establecimiento hotelero en Granada junto a la Alhambra lleva el nombre de Washington Irving. 


Las Cartas desde la Alhambra nos acercan al lado más privado de Washington Irving. El 15 de marzo de 1828, W. Irving escribe a Antoinette Bolviller una carta desde el Patio de los Leones en Granada.

La imagen de Boabdil paseando con todo su regio esplendor por estos patios, de su bella esposa Moraima, de los abencerrajes con todo el esplendor del lujo oriental.

He estado buscando la Puerta de los Siete Duelos por la que el desgraciado Boabdil salió de este lugar cuando bajo a l Vega para entregar las llaves de la ciudad de Granada a Fernando e Isabel. Descendió por la parte exterior de las murallas, por el mismo camino por el que el gran cardenal de España, don Pedro González de Mendoza, ascendió a la cabeza de un grupo de caballeros para tomar posesión de la Alhambra.

Boabdil le pidió a los Reyes Católicos, como triste regalo, que a ninguno se le permitiera entrar en la Alhambra por la puerta por la que él había salido. Se le concedió esta gracia: la puerta fue tapiada y así ha seguido hasta el presente. Esta puerta está en una torre que había sido dinamitada por los franceses.

Decía Washington Irving el su libro “Cuentos de Granada”, que no ha habido sobrenombre más bien aplicado a Boabdil que el “Zogoibi” o el desgraciado, que le pusieron sus súbditos al comenzar sus infortunios desde su cuna.

Durante su tierna infancia fue reducido a prisión y amenazado de muerte por su inhumano padre, pudiendo escapar por la estratagema de su madre “Aixa La Horra”. Pasados algunos años, su vida estuvo amargada por las hostilidades de un tío usurpador; su reino se vio turbado por invasiones extranjeras y por las luchas interiores; Boabdil fue enemigo, prisionero, amigo y casi víctima de Fernando, hasta que se vio sometido y destronado por él siendo desterrado de su país natal….

No ha habido, en verdad, hombre más injustamente calumniado. Dichas acusaciones debieran dirigirse con más razón a los actos de su padre, Aben Hasan, dotado de un carácter cruel y feroz. Él fue quien dio muerte a los caballeros del ilustre linaje de los Abencerrajes, por sospechas de que estaban comprometidos en una conspiración para arrojarle del trono.

La historia de la acusación de la madre de Boabdil y de su prisión en una torre también puede explicarse como uno de los incidentes de la vida de su sanguinario padre. Aben Hasah, en su edad proyecta, casó con su bella cautiva cristiana de noble linaje, y que tomó el nombre morisco de Zorayda, de la cual tuvo dos hijos. Estaba dotada de un espíritu ambicioso, y anhelaba que éstos heredasen la corona. Con este objeto amargó el corazón del desconfiado rey, encendiéndolo de celos contra los hijos de las otras esposas y concubinas, a quienes acusó de conspirar contra su trono y su vida. Ayxa la Horra, la virtuosa madre de Boabdil, que había sido en otro tiempo la adorada favorita de aquel tirano, fue también blanco de sus sospechas. La encerró con su hijo en la Torre de Comares, y hubiera sacrificado en su furia a Boabdil si su padre si su madre no le hubiera descolgado de la Torre cierta noche, valiéndose de su ceñidor y de los de sus esclavas, con lo que quedó en condiciones de poder huir a Guadix. Boabdil fue perseguido en vez de perseguidor.

En medio de su breve, turbulento y desastroso reinado Boabdil deja de ver un carácter tierno y amable. Desde un principio se ganó el cariño de su pueblo por sus afables y dulces modales; fue siempre clemente y nunca impuso severos castigos a aquellos que se le rebelaban a cada instante. Era bravo físicamente, pero carecía de valor moral, y en los momentos de dificultad se mostraba perplejo e irresoluto. Esta debilidad de espíritu apresuró su caída y lo despojó al mismo tiempo de aquel heroísmo que le hubiera engrandecido y dignificado…

La Alpujarra entre fuertes contrastes verdes y ocres permanece siempre acompañado por el blanco puro de la cal de los pueblos blancos que jalonan Sierra Nevada, la Sierra de Lújar y la Sierra de la Contraviesa, destacando sus paredes encaladas donde predomina el “efecto botijo” que permite que las paredes de las viviendas transpiren y mantengan la temperatura en invierno y las refresca durante el verano. Por otro lado, el agua fluye de manera irregular formando arroyos y pequeñas cascadas susurrando y acariciando nuestros frágiles tímpanos proporcionando bellas estampas.



Padul, Durcal, el Valle de Lecrín y Lanjarón “Al-Anŷarūn,lugar de manantiales”, considerada la puerta de entrada a la Alpujarra granadina nos acerca a Órgiva “Urŷuba” en la falda de Sierra Nevada y que nos indica el camino hacia la Alpujarra Alta. En 1492 fue cedida por los Reyes Católicos a Boabdil -Abu 'Abd Allāh-, como lugar de retiro. 

Al fondo, el Mar Mediterráneo nos recuerda que en Almuñécar comenzó el prólogo de la Casa del Islam en Al Ándalus bajo la figura histórica de Abderramán I ben Muawiya al-Dajil “El Inmigrado”.

Entre  febrero de 1492 y julio de 1493 marcarán la decisión de Boabdil de aceptar las definitivas capitulaciones de los Reyes Católicos, teniendo que abandonar Laujar de Andarax en busca del puerto de Adra donde una flota compuesta por una nao, una carraca y una carabela, al mando de Íñigo de Arrieta los llevará a la otra orilla del Mediterráneo -al puerto de Cazaza, a unos 15 km. de Melilla. Desde allí Boabdil emprenderá camino a Fez, donde colocará su residencia.

Por el contrario, el denominado rey de la Alpujarra “Boabdil” señalará el ocaso de la Casa del Islam en Al Ándalus, fuera de la nueva escena histórica. La liturgia del terror tendrá su prólogo en la plaza de Bib-Rambla el 23 de febrero de 1502 por el entonces cardenal arzobispo de Toledo, primado de España y tercer inquisidor general de Castilla, perteneciente a la orden franciscana Francisco Ximénez de Cisneros, quien ordenara la quema de libros escritos en lengua árabe por ser considerados “malditos” para el nuevo marco histórico y refractario.

Coránes, tratados de astronomía y astrología, tratados científicos, poemas. títulos de propiedad, etcétera, acabarán en la hoguera como producto de la intolerancia. “Era necesario erradicar lo más importante que poseían los vencidos”, la memoria y el conocimiento.

"El exilio de Boabdil será el preludio de la diáspora de los judíos el 31 de marzo de 1492 y de los moriscos a partir de 1609". 



Washington Irving en los lugares colombinos


W. Irving viajó por Andalucía recorriendo Córdoba, Granada, Málaga, Gibraltar, Cádiz y los lugares colombinos. En Sevilla se instala entre el 1 de marzo de 1828 y el 23 de agosto de 1829. Catorce meses para tomarle el pulso a la Andalucía de su época.

Washington Irving sentía una enorme fascinación por el Descubrimiento de América y por la figura del Almirante Cristóbal Colón y para ello decidió acudir al Archivo General de Indias en Sevilla para seguir investigando y documentarse.

Aprovechando su estancia en Sevilla visita los Lugares Colombinos los días 12, 13 y 14 de agosto de 1828 “Moguer será su primer destino, Palos de la Frontera y el Monasterio franciscano de La Rábida” con el objetivo de documentarse sobre la figura del Almirante Colón y del Descubrimiento de América. Washington Irving realizó la primera biografía de Cristóbal Colón, a través de la cual dará Irving al mundo el papel jugado por los onubenses en el Descubrimiento de América.

Fruto de esta visita a los Lugares Colombinos publicó "Mi viaje a los lugares colombinos", en 1828; "Historia de la vida y viajes de Cristóbal Colón", en 1833, Viajes y descubrimientos de los compañeros de Colón", publicada en 1854. 

Los “Lugares Colombinos” también forman parte por derecho propio de la Ruta de Washington Irving que visitará también Niebla, La Palma y Villalba camino de Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz.

Desde el monumento a Washington Irving en los jardines de la Alhambra de Granada, para el blog de mis culpas...



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