domingo, 8 de noviembre de 2015

Visita a las cubiertas de la Catedral de la Sierra Sur “San Miguel”


Foto. Oficina de turismo de Morón

El pasado día 23 de octubre de 2015 tuvimos la oportunidad de visitar la Iglesia de San Miguel, denominada la Catedral de la Sierra Sur para volver de nuevo a impregnarnos de los efluvios de su interesante y dilatada historia. 

Nuestra retina capta al instante la belleza de todo el conjunto arquitectónico donde la fachada y portada principal de estilo barroco tardío fechada en 1726 brilla con luz propia. Construida con piedra arenosa-caliza fue diseñada por Diego Antonio Díaz, quien se hizo cargo de las obras a partir del año 1717.


La fachada posee dos escudos: el de la izquierda, de los Téllez Girón y el de la derecha, del cabildo eclesiástico.




Desde el exterior se puede apreciar un hastial retranqueado, con un óculo ochavado en su centro, flanqueado por dos torreones semicirculares, a través de los cuales se accede mediante escaleras con peldaños de piedra a las cubiertas superiores de las tres naves del primer cuerpo.

Al entrar nos situamos en el coro situado en la nave central donde fuimos ilustrados sobre los diferentes estilos arquitectónicos (gótico, renacentista, barroco, etcétera) que no afecta a la monumentalidad del conjunto recordando a los arquitectos de la talla de Diego Riaño, Martín de Gainza, Hernán Ruiz II, Lorenzo de Oviedo, Leonardo de Figueroa, Diego Antonio Díaz y Pedro Silva entre otros. 



En el coro, la retina del recuerdo aún me proyecta imágenes de hace ya no pocos lustros, cuando era casi un párvulo en el colegio de doña Concha, recordando aquel maestro organista ciego llamado Eduardo Rodas Alcántara que tocaba el órgano en las misas, dando solemnidad a la ceremonia religiosa.


Para los zagales de mi época con la Enciclopedia Álvarez como testigo de una época, asistir a misa era obligatorio en aquellos tiempos pretéritos. Un pequeño cartón había que presentarlo al final de la misa de los domingos para que lo sellara el “maestro”, la mayoría de los cuales carecían de titulación. ¡Hay de aquel que no fuera a misa!, el lunes se le podía caer el pelo y los demás alumnos padecían aquel miedo escénico que brillaba con luz propia!.


Pero lo que más nos gustaba en la misa era escuchar aquel órgano y observar a comienzos de marzo la estructura de los pasos de Semana Santa allí ubicados, lo que significaba que las vacaciones de la Semana Mayor estaban próximas.







1. La primera etapa de construcción de la Iglesia de San Miguel comprende desde 1503 hasta 1533. Parece ser que el primer arquitecto que interviene en la Iglesia de San Miguel fue Martín de Gaínza, que construye el rectángulo donde se alojan las tres naves del primer cuerpo, separadas por arcos apuntados sobre pilares fasciculados nervados tardogóticos y cubiertas con bóvedas de crucería. 

La portada de la puerta norte denominada “Puerta del Evangelio”, era conocida popularmente como Puerta de las Siete Revueltas correspondiendo a esta etapa constructiva. Posee una portada adintelada de piedra, formada por un arco conopial, de estilo gótico isabelino (último periodo del gótico en España). Dicha fachada ha sido recientemente restaurada.

2. La segunda etapa de construcción abarca desde el año 1569 hasta el 1571, interviniendo el famoso arquitecto Hernán Ruíz II. A él se le debe la bóveda vaída de casetones, -bóvedas de adornos poligonales-,del tramo anterior al del crucero renacentista con soportes de pilares cruciformes, así como la cúpula barroca y bóvedas de éste.

3. La tercera etapa abarca desde el año 1602 hasta el 1625. Lorenzo de Oviedo realizó la Capilla Sacramental, cubierta con una falsa bóveda de medio cañón y la Sacristía.

4. La cuarta y última etapa de construcción de la Iglesia de San Miguel, abarca la primera mitad del siglo XVIII, en la cual se remodela la capilla sacramental, cuya bóveda se decora con magníficas yeserías. 

A esta fase de construcción pertenece también la portada de la Epístola ubicada en la parte Sur, más conocida como la puerta del Archivo que fuera realizada por Silvestre Tirado, correspondiendo a la última etapa de construcción de la Iglesia de San Miguel. Es adintelada y está enmarcada por pilastras y dintel, decorado con molduras mixtilíneas. Se encuentra en un preocupante estado de conservación.




Desde el exterior se aprecia que la torre de San Miguel tiene cierta similitud con la Giralda de Sevilla, -salvando las distancias-. Consta de cuatro cuerpos de robusta construcción, con una altura de 46,81 metros por 7 de ancho. La torre está asentada sobre fuertes sillares hasta los ocho primeros metros y a partir de ahí, confeccionada con ladrillos. 



La puerta de entrada a la torre se encuentra junto a la Puerta de la Epístola, que da en su parte exterior a la antigua Siete Revueltas. Lo primero que percibe nuestra retina cuando se accede al interior es el desplazamiento de torre al encontrarse girada con respecto a la Iglesia, en dirección NE-SE. Se suben las rampas de giro izquierdo, lo que nos demuestra que en tiempos pretéritos fue un alminar almohade a extramuros del castillo. 


Se accede interiormente a la torre mediante catorce rampas en dirección contraria a las agujas del reloj. A través de la rampa once se accede a las cubiertas de la nave lateral norte donde se pueden apreciar los tres arcos arbotantes encargados de desaguar la nave central y al mismo tiempo servían de contrafuertes. 




La torre de San Miguel está asentada sobre el alminar de una antigua mezquita. Se cristianiza añadiendo el cuerpo de campanas para utilizarlo como torre de la iglesia. Los canteros y los arquitectos firmaban sus obras. El reloj de sol fue labrado en piedra por el cantero de la villa Diego de Suelta en 1.600 quien realizara las letras del reloj en el costado sur.

Es curioso como el término alminar siempre ha estado silenciado por la cultura cristiana sin motivo alguno.


La torre-campanario se empezó a construir el 14 de septiembre de 1628 cuyo diseño se debe a Diego Antonio Díaz, que también diseñó la portada principal de la Iglesia de San Miguel, aunque la configuración final de la torre se debe al arquitecto Silvestre Tirado. Es de planta cuadrada compuesta de cuatro cuerpos. El primer y segundo, de igual lado, siguiéndole el tercero de menor lado y el cuarto, de sección circular en forma de linterna, rematada por una veleta de hierro dorada a fuego, con la esfigie de San Miguel.

Se puede apreciar que el segundo cuerpo donde se ubican las campanas, está inspirado en la Giralda de Sevilla. En el año 1680 se colocaron las primeras y veinte años más tarde se colocan las restantes hasta un total de nueve campanas de bronce. Presenta en cada lado tres vanos -huecos en la pared- para alojar las campanas, separados por pilastras toscanas y dos óculos ovales encima de cada vano de los extremos.


Una magnífica panorámica impregna nuestra retina con el castillo, la torre albarrana en el antiguo arrabal de Santa María (del árabe al-rabad, barrio) y la Sierra de Morón en el horizonte.

Mirando hacia el Ayuntamiento hay tres: “San Cristóbal” en el centro, “San Pedro” a su derecha y “La Nueva” a su izquierda.

Hacia el barrio de Santa María, a extramuros del castillo, solamente hay una en el centro “la Agonía”, que era la campana que daba los avisos de defunción y en función del número de campanadas se conocía si el fallecido era hombre –nueve veces tocaba- o mujer –siete veces-.

Mirando hacia el Paseo del Gallo: en el centro “la Gorda antigua” y hacia el Castillo tenemos en el centro “La Esquilón” y a su derecha “La Esquila”.



A través de una puerta de madera entramos a las cubiertas de San Miguel. Lo primero que se aprecia es la parte exterior de la cúpula principal con remate en linterna, los arcos arbotantes, pináculos y gárgolas,-que son caños de piedra que sirven para evacuar al exterior el agua de lluvia de los tejados- de las naves centrales y laterales.

Los contrafuertes con los arcos arbotantes ubicados en las cubiertas de las naves laterales se utilizaban para evitar los continuos empujes de las naves centrales. Los contrafuertes estaban coronados con terminaciones puntiagudas denominados pináculos. 



En las cubiertas nos explicaron las diferentes etapas de la construcción pudiendo observar entre los grandes bloques de piedra las diferentes proporciones, lo que nos indica que pertenecían a épocas constructivas diferentes. 

Es curioso como los canteros y albañiles antiguos solventaban con fuertes lañas de hierro las grietas que se producían con el paso del tiempo. También nos indicaron como terminaban la unión de los arcos ojivales en las cubiertas en pequeñas linternas que se desmontaban para que en verano pudiera entrar el aire.



Lamentablemente el paso del tiempo, el mal de la piedra, las humedades, el crecimiento de hierbas y el olvido hacen sus estragos.

Las jornadas en San Miguel no han podido ser más didácticas "obligándonos a ampliar horizontes" poniendo viento en popa hacia el Observatorio de San Fernando "el guardián del tiempo"

Desde las cubiertas de "San Miguel" de Morón para el blog de mis culpas...





Bibliografía

La Iglesia de San Miguel
Cinco siglos en la Historia de Morón de la Frontera
XIV-XVIII

Por María Fernanda Morón de Castro




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