sábado, 23 de mayo de 2015

En busca de Trujillo, "la tierra de Pizarro y de Orellana".


Estatua ecuestre de Francisco Pizarro en Trujillo

Desde la Antigua Emérita Augusta transitamos por la antigua Vía de la Plata para visitar la “Vieja Cáceres” y posteriormente desplazamos hacia la ciudad monumental de Trujillo cuyas páginas cargadas de historia nos recuerdan que en tiempos pretéritos llegó a ser “tierra de conquistadores” entre los cuales Francisco Pizarro -conquistador del imperio Inca- y Francisco Orellana -descubridor del río Amazonas- brillaron con luz propia en sus expediciones, sin olvidar la figura de Diego García de Paredes y Torres “el sansón” de Extremadura que también realizara grandes hazañas al servicio de la Corona de España, de los Estados Pontificios y del Sacro Imperio Romano Germánico. Su hijo Diego García de Paredes fundaría la ciudad de Trujillo en Venezuela un 9 de octubre de 1557.

Recuerdo en mis años de estudiante -hace ya algunos lustros- como la figura de Francisco de Orellana fue maltratada injustamente por la historia al estar eclipsada por la figura de Hernán Cortés (conquistador de México) o Francisco Pizarro (conquistador del Perú).



Francisco Orellana participaría en 1533 en la conquista del imperio de los Incas fundando en 1537 la ciudad de Guayaquil. En febrero de 1542 -buscando tal vez “El Dorado” como una constante entre los exploradores españoles o “la canela” que brillaba por su ausencia-, descubre un gran río al que bautiza con el nombre de “Amazonas” en honor a unas mujeres guerreras armadas con arcos y flechas con las que se encontró.

Un azulejo recuerda en Sanlúcar de Barrameda que en la primavera de 1545 partía Francisco de Orellana para llegar de nuevo a la desembocadura del Amazonas y ascender río arriba para culminar su heroica aventura.

En la mayoría de los casos, el conquistador fue un hombre que se hizo a sí mismo en unas condiciones muy difíciles. Solían proceder de familias humildes aunque también se nutrían de segundones de la nobleza cuyo ideal estaba fuertemente enraizado en las tradiciones medievales como el honor, la fama y la riqueza. 

Algunos lo consiguieron como Cortés y Pizarro, pero la mayoría de los conquistadores movidos por dos temibles motivaciones como la ambición y la desesperación sólo obtuvieron fatigas y sinsabores.


Sin embargo, los grandes estados indígenas se convirtieron en la presa más buscada y deseada para ser expoliadas por las grandes potencias europeas de su época.


…Nuestra ruta comienza en la Plaza Mayor, centro neurálgico de la ciudad de Trujillo en la que se puede observar su enorme valor histórico-artístico como consecuencia de la prosperidad otorgada por el gran impulso arquitectónico de algunos indianos en el Nuevo Mundo que emplearon parte de los recursos obtenidos en la construcción de casas solariegas, grandes palacios, iglesias y hospitales, lo que ha hecho que esta monumental ciudad, al igual que Cáceres, se hayan convertido en uno de los cascos históricos más bellos de Extremadura y de España.


La retina del viajero capta al instante la magnífica estatua ecuestre de Francisco Pizarro, conquistador del imperio Inca. Una obra realizada en bronce, con un peso de 6.500 kg. erigida sobre granito por el escultor Carlos Rumsey de Nueva York siendo donada por la señora Rumsey a la ciudad de Trujillo en el año 1927.

Junto a la estatua ecuestre de Francisco Pizarro se encuentra la Iglesia de San Martín del siglo XIV que tendría sucesivas ampliaciones hasta el siglo XVI. En ella oró el emperador Carlos V de camino a Sevilla para casarse con Isabel de Portugal, y su hijo Felipe II, en 1583, tras convertirse éste en rey de España y Portugal. El primer rey Borbón, Felipe V, también rezaría en ella.




También destacan las trazas de los hermosos balcones en rincón y esquina que dominan las dos fachadas de algunos palacios.


Por la Cuesta de la Sangre, atravesamos la Puerta de Santiago para adentrarnos en su recinto medieval bajo un trazado irregular a través de la angostura de sus sinuosas calles empedradas y jalonadas por numerosas casas nobiliarias en la que destaca el ocre de sus fachadas y los escudos heráldicos. 

Muy cerca de la alcazaba se encuentra la casa-museo de Pizarro donde nos ilustramos de la azarosa vida del explorador, de la sociedad de su época, la conquista, “los trece de la fama”, los enfrentamientos y su trágica muerte. 



Casa museo de Francisco Pizarro, en Trujillo

La conquista del Perú estuvo marcada por dos características fundamentales: el mito del oro y una geografía enormemente compleja y difícil que va desde el desierto a la selva, desde las cumbres inaccesibles de los Andes a ríos inmensos como el Amazonas. La combinación entre ambas fue capaz de crear personajes tan excepcionales como Pizarro, Orellana o Lope de Aguirre.

El 24 de septiembre de 1532 Pizarro salió de San Miguel de Tangara con 106 infantes y 62 soldados a caballo iniciando la conquista del Perú. Tras subir la sierra llega a Cajamarca el 15 de noviembre y siguiendo la misma estrategia que había utilizado Hernán Cortés con Moctezuma busca el encuentro directo con el emperador de los Incas ideando un plan muy arriesgado para capturar a Atahualpa.



Al día siguiente el emperador, rodeado de un séquito imponente, se dispuso a visitar el campamento de los españoles confiando en su aplastante superioridad numérica. A una señal de Pizarro los españoles irrumpieron en la plaza, los caballos se arrojaron contra los incas y la artillería convirtió el lugar en un infierno. Después de aniquilar a los porteadores de la litera imperial, Atahualpa fue capturado. 

Se llegó a un acuerdo para liberarle mediante el pago de un rescate y el oro comenzó a llegar desde los últimos confines del Imperio. 

Atahualpa, desde su cautiverio, seguía gobernando e incluso se las ingenió para liquidar a su hermano Huáscar. Temerosos los españoles de su poder, se nombró un tribunal y se le acusó formalmente de “desleal”, “traidor”, “regicida”, y “hereje”. Declarado culpable de los cargos, fue ejecutado mediante garrote el 26 de julio de 1533, después de que se “convirtiera” al cristianismo.

Pizarro se encontró tras la muerte de Guayna Capac en una sangrienta guerra civil por la sucesión entre sus dos hijos Atahualpa y Huáscar. Al igual que hiciera Cortés, Pizarro jugó la baza de la discordia ganando para su causa a los partidarios de Huáscar, que a su llegada tenían la guerra prácticamente perdida y se mostró como el garante de del orden legítimamente establecido.

Con la muerte del emperador, la guerra parecía terminada pero el 3 de mayo los incas se sublevaron. Aunque volvieron a ser sometidos, no volvió a reinar la paz hasta que el último rebelde inca Tupac Amaru I fuera ejecutado en Vilcabamba en 1572.

Francisco Pizarro

Las huestes castellanas en la primera mitad del siglo XVI habían alcanzado un elevado grado de disciplina y eficacia. La guerra de Granada y las campañas de Italia habían puesto de manifiesto que era uno de los más modernos de su época. Su armamento contaba con espadas, picas, puñales, ballestas, arcabuces y cañones, por no hablar de algo tan destructivo como la caballería. Su objetivo era la “guerra total”. 

El ejército inca tenía una magnífica organización pero su armamento consistía en hondas y jabalinas pero al no conocer el hierro se encontraban el una manifiesta inferioridad. 



Los incas eran muy vulnerables a la excesiva dependencia de sus jefes. Cuando Atahualpa fue capturado por los españoles, su ejército quedó descabezado e inoperante aunque contaran con generales expertos y bien preparados, que no fueron capaces de oponerse con eficacia a un grupo tan reducido de enemigos. Cuando quisieron reaccionar ya era demasiado tarde. Los españoles controlaban ya el Perú.

La conquista dio paso a una nueva sociedad basada en el régimen de la encomienda indiana que reinó en América desde 1497 hasta 1720 consistente en la concesión de indios a los españoles con el objeto de que se sostuvieran y permanecieran en las tierras recién conquistadas.

Los indios se otorgaban mediante un título que incluía al encomendador y su poder para encomendar. Los abusos dieron lugar a las visitas, que tenían como objetivo una evaluación de la encomienda.

En 1514 el religioso español y defensor de los derechos de los indígenas Fray Bartolomé de las Casas, conmovido por los abusos de los colonos españoles hacia los indígenas renunció a su propia encomienda denunciando la forma de esclavitud encubierta de los indios.


«Por este lado se va a Panamá, a ser pobres, por este otro al Perú, a ser ricos; escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere», afirmó el conquistador trujillano cuando se encontraba a las puertas del Imperio Inca. Solo 13 de los 112 hombres decidieron pasar a la Historia.


La sociedad peruana se dividía en tres estamentos perfectamente diferenciados: el poder político, la Iglesia y el pueblo. La Iglesia fue, sin lugar a dudas, la institución más importante en la relación entre españoles e indios, influyendo en el comportamiento de ambos refrenando con éxito desigual las ambiciones de los funcionarios y encomenderos, convirtiéndose en verdadero baluarte en la defensa indígena, donde las órdenes religiosas jugaron un papel fundamental.

El pueblo estaba constituido por los españoles, los mestizos y los indios enriquecidos posteriormente con la llegada de la población de color. Una vez realizada la conquista, los españoles fundaron nuevas ciudades como avanzada militar y centro de irradiación religiosa y cultural para mayor servicios de Dios y del Rey. 

La ciudad se planificaba a soga y cordel en ajedrezado. La Plaza Mayor se denomina Plaza de Armas en América.

Sofocada la rebelión de Manco Capac, las diferencias entre Pizarro y Almagro se fueron haciendo cada vez más profundas. Tras liberar el Cuzco, Almagro arrestó a Gonzalo y Hernando Pizarro reclamando el Cuzco argumentando que formaba parte de los territorios que le había concedido la Corona en las capitulaciones para la conquista de Nuevo Toledo (Chile). Las negociaciones no dieron ningún fruto y tras la batalla de las Salinas (6 de abril de 1538) las fuerzas almagristas fueron derrotadas y su caudillo hecho prisionero y ejecutado.




Pizarro había sido nombrado marqués y se le había otorgado 16.000 vasallos en la región de los Atabillos. La pobreza de los almagristas, agrupados en torno a Diego de Almagro "el Mozo", y las arbitrariedades cometidas contra ellos por Pizarro, propiciaron un creciente odio hacia su persona. El 26 de junio de 1541 un grupo de almagristas capitaneados por Juan de Prada irrumpieron en el edificio de gobernación y tras una brava refriega Francisco Pizarro cayó muerto a los pies de sus asesinos.

Perú no trajo suerte a la familia de los Pizarro. Juan Pizarro murió en el sitio de Cuzco en 1536. Gonzalo se rebeló contra el rey y murió ejecutado en 1548. Hernando, el único superviviente tampoco se libró de la maldición peruana, En 1539 vuelve a España y es acusado por los almagristas de la muerte del que fuera compañero de Pizarro, siendo condenado y encarcelado en el castillo de la Mota, donde permaneció por espacio de 20 años. En 1561 fue puesto en libertad y pasó a residir en Trujillo (Extremadura) donde construyó el llamado Palacio de la Conquista.




Terminamos la ruta paseando junto a la alcazaba que se erige sobre la cota más alta de la ciudad, en un promontorio rocoso. Desde allí se observa una bella panorámica de Trujillo y su comarca.

Un monumento andalusí del periodo Omeya levantado entre los siglos IX y X ubicado geoestratégicamente con sus grandes muros de sillería en grandes bloques de piedra. Un recinto regular de 40 metros de lado jalonado con 17 torres destacando una puerta con arco de herradura que facilita el acceso al recinto militar. 

Tras el recinto principal, se sitúa la Albacara al que se añade una coracha en la época almohade. La barrera exterior con torres circulares y el foso pertenecen a la época cristiana siendo característico de las fortalezas andalusíes los aljibes. Tras cinco siglos de dominación musulmana, la ciudad pasará definitivamente a manos cristianas en enero de 1232. 

Terminamos la jornada estimulando nuestro paladar en la Feria Nacional del queso de Trujillo. Allí degustamos la Torta de Casar y el queso con olor y sabor intenso en aceite de oliva virgen extra y pimiento molido obtenido de la cabra payoya de la Sierra de Cádiz.

Desde la ciudad monumental de Trujillo para el Blog de mis culpas...



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