jueves, 13 de noviembre de 2014

Visita a Jaén, la gran desconocida



Andaluces de Jaén,
Aceituneros altivos,
Decidme en el alma: ¿quién,
Quién levantó los olivos?...

Miguel Hernández

El legado andalusí  como  huella del Medievo ha formado parte de una civilización inmortal, única e imperecedera que ha inmortalizado la memoria de los pueblos mediante su patrimonio material e inmaterial  de la Humanidad almacenada en la retina colectiva de los pueblos.

Desde Úbeda pasando por la inmortal Baeza nos dirigimos hacia el paraíso interior de Andalucía, la provincia de Jaén con sus lomas de tierras trenzadas de verdes olivos que contrasta con el ocre de sus tierras.

La antigua Jayyan (denominada encrucijada de caravanas por los andalusíes) junto a la Córduba andalusí, donde ha brillado con luz propia desde tiempos ancestrales el azzayt, como lo llamaban los árabes, manantial de salud en forma de como oro líquido que se rezumen en las antiguas al-ma´saras mientras la cal como legado de nuestros ancestros, ha  dado blancura a los pueblos blancos y a nuestros sueños y utopías en antiguas tierras de fronteras.

Es digno de destacar la abundancia de topónimos y arabismos que inundan nuestra geografía, fruto de un proceso histórico modelado a lo largo de siglos cuyas reminiscencias del crisol de culturas ha contribuido a darnos nuestra identidad cultural como forma de ser y de entender la vida que forma parte de nuestra memoria colectiva.
Jaén, tierra del aceite de oliva, considerado la génesis de nuestra civilización y piedra filosofal de nuestra dieta mediterránea,-con sus recetas culinarias de excelente calidad, exquisito sabor y alto valor nutritivo-, cuyos efectos son muy beneficiosos para nuestra salud, sin olvidar la aceituna de mesa,-del árabe hispánico azzaytúna- en la que nuestra tierra por evidentes condiciones climatológicas y de adaptabilidad del cultivo ha mantenido desde tiempos ancestrales su proceso de elaboración.  Un saber ancestral del conocimiento del olivo omnipresente en nuestra cultura.
El olivo  ha estado omnipresente en la cultura andaluza desde que los fenicios y griegos expandieron su cultivo desde Irán y Siria. Un capricho de la naturaleza entre lo divino y humano siendo considerado como árbol sagrado y símbolo de la paz,-Atenas de Pericles-. La etimología del término aceituna se remonta al arameo zaytūnā que pasó al árabe clásico zaytūnah y en Al Andalus azzaytúna.

Durante el trayecto pudimos apreciar el inmenso mar de olivos plasmado magníficamente por el gran poeta Miguel Hernández en su poesía “Andaluces de Jaén” y cuya letra se ha convertido en el himno de la ciudad.


Y a ochocientos veinte metros de altitud en las estribaciones de la Sierra de Jabalcuz,  nos vigila imponente desde sus atalayas el castillo de Santa Catalina en Jaén, construido durante los siglos XIII y XIV. Según la tradición, un 25 de noviembre de 1246, día de Santa Catalina, Alhamar rey de la antigua Garnatha, entregó este castillo a Fernando III el Santo, quedando desde este día proclamada la Santa Patrona de Jaén.



Originalmente fue denominado Alcázar Viejo durante el reinado de Alhamar y Alcázar Nuevo durante la conquista de Fernando III “El Santo” que lo reforzó, continuando las reformas con Alfonso X “El Sabio”. Cuenta la leyenda que la aparición de Santa Catalina, fue decisiva para la toma de la ciudad y por ese motivo es patrona de la ciudad.


Desde la torre del homenaje pudimos observar una bellísima panorámica de la Santa Iglesia Catedral de la Asunción de la Virgen, ubicada en la Plaza de Santa María. Su fachada principal, está considerada como una de las principales obras del barroco español, construida en 1660.

Durante el emirato de Abd al-Rahman II, Jaén se convierte en referente de una extensa cora cuyos gobernadores se establecen en el alcázar viejo.

La torre del Homenaje junto a otros cinco torreones defensivos que cierran un patio de armas, que en la actualidad es un centro de interpretación y que acoge al mismo tiempo el Parador de turismo de Santa Catalina.

La Alcazaba era un recinto amurallado independiente de la ciudad que englobaba la residencia del gobernador y los cuarteles de las tropas. Su trazado aprovechaba los restos de una muralla romana. Este conjunto contaba de dos partes: un castillo, en la cumbre del cerro, y la alcazaba en la ladera que pudo ser el palacio y residencia de los gobernadores de la ciudad durante los periodos Emiral y Califal. La situación política de al-Andalus entre los siglos XI y XII aconseja el abandono de la antigua alcazaba trasladándose a la cima del cerro, donde se edificó una amplia fortaleza de dos recintos a distintas alturas. El primer recinto, o castillo de Abrehuy, más pequeño, ocupaba las cotas más bajas, y servía de antesala al recinto principal, el Alcázar Viejo en cuyo interior se construyeron varios aljibes y en la zona más elevada y estratégica, un palacio profusamente decorado con atauriques policromados y dotados de almacenes, aljibes, cocinas, bodegas y otros servicios.


Los baños árabes fueron construidos en el siglo XI, al final del Califato de Córdoba y su desintegración en Reinos de Taifas con una disposición arquitectónica heredera de la tradición de las termas romanas.
Al encontrarnos cerrado los baños árabes pudimos observar desde el exterior la cubierta con una cúpula semiesférica. La luz entra por luceras en forma de estrellas, lo que otorga un ambiente singular a los baños árabes,-al hamman- como gran regalo del antiguo esplendor de Al Andalus.

La Sala templada de los Baños Árabes permite contemplar una bóveda de medio cañón y a ambos lados de la mismas, las cúpulas de las sendas alcobas situadas en la mencionada sala. Esta cubierta de cristal ha permitido que parte de esta sala recupere la luz natural primigenia que iluminaba la estancia a través de las luceras existentes en la bóveda y en las cúpulas.

Menorá (candelabro judío de siete brazos) en la antigua judería de Jaén

Visitamos Barrio de Santa Cruz, antigua judería de Jaén en el casco histórico, un entramado de calles angostas con empinadas cuestas donde habitaba la comunidad judía, formando parte de la Red de Juderías de España “Caminos de Sefarad”.

La judería de Jaén en el siglo XIII quedó configurada durante la Edad Media como una manzana independiente, de calles entrecortadas, cerrada en gran parte por murallas y por edificios que se abrían a otras calles, y comunicada con el resto del conjunto urbano y el exterior de la ciudad mediante dos accesos solamente:

La calle de los Huérfanos-Puerta de Baeza y la salida de la calle Santa Cruz a la Plaza de los Caños. Esta disposición urbanística era utilizada por los judíos españoles como medida para preservar sus costumbres y observancias religiosas y de protección ante los posibles ataques de sus enemigos.



A partir de la batalla de las Navas de Tolosa, las huestes cristianas de Fernando III asedian Jaén que finalmente fue entregada en 1246 por al-Hammar, que se declaró vasallo del monarca. A partir de dicha batalla, se empieza a nombrar Andalucía a las nuevas tierras “reconquistadas”.

Tras la conquista cristiana de Jaén por Fernando III en 1246, la mezquita aljama se adapta como Catedral, al ser trasladada la sede episcopal de Baeza a Jaén en 1249.

Andrés de Vandelvira, junto a la Catedral de Jaén

Se inician las obras  de la Santa Catedral de Jaénhacia 1551 según los planos del que fue el gran artífice del nuevo templo renacentista, Andrés de Vandelvira y durante los siglos que duró su construcción, el plano originario de Vandelvira fue continuado por los demás arquitectos hasta que concluye en 1724. 

La fachada principal de la Catedral es una de las obras más destacadas del Barroco español con 32 metros de altura por 33 metros de ancho. Fue diseñada en 1667 por Eufrasio López de Rojas en 1667 y terminada en 1688 por su discípulo Blas Antonio Delgado.

Terminamos la grata jornada degustando un exquisito café con algunos pasteles muy cerca de la Catedral para recuperar fuerzas y volver a nuestro punto de origen, tierras de fronteras en tiempos pretéritos.

Desde la antigua Jayyan para el Blog...

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