miércoles, 16 de julio de 2014

Redescubrir la "Ruta Romántica"



El camino desde Gibraltar a Ronda
"…era uno de los más hermosos y románticos trayectos a caballo
 que se podían emprender en nuestro país”.

Henry O´Shea -1885-

Conocida la ruta por donde cabalgan los bandoleros entre riscos y senderos -al caer su cuaderno de ruta en mis manos-, el pasado martes 15 de julio bajo una tórrida tarde estuve siguiendo su rastro -gracias a Radio Grazalema y Pepe Garrido que me pusieron en alerta-. 

Tan sólo armado con mi cámara de fotos al hombro y una humilde libreta me dispuse a plasmar gráficamente nuestro encuentro y dar alcance a los auténticos protagonistas de la Ruta Romántica que transitaban bajo un calor de justicia entre bosques, arroyos y antiguas atalayas junto a la blancura de la cal que enlazan unos pueblos con otros.

Sobre las 7,00 de la tarde tuve la suerte de interceptar la “partía” al mando del capitán Acevedo que con su tradicional sombrero de catite de palma, al ser más frescos, galopaban cerca de la Sierra de San Pablo en Montellano para hacer un alto en el camino en una pequeña plaza junto a la Parroquia de San José y dejar constancia de su presencia con la firma del libro de rutas en el Ayuntamiento. 


...Después de galopar desde Gibraltar hasta Ronda en varias etapas bajaron hacia Grazalema, considerado por las autoridades de la época como un auténtico nido de bandoleros para llegar a Montellano, pueblo muy cerca en donde nace la Cal de Morón, de las entrañas de la tierra.



…"Bandoleros de Ronda,
 que por la sierra pasan,
 caminito de Utrera
 desde Grazalema bajan...

Al observarlos -cansados y casi desconectados de la civilización-, la retina del recuerdo me extrapolaba unas bellas estampas pintorescas que la literatura popular ha convertido de alguna manera en mitos.

Recuerdo la Plaza de los Asomaderos en Grazalema con la recreación histórica de José María “El Tempranillo”, Amor y Sangre en la Sierra donde un grupo de bandoleros estaban alertas en sus guaridas deleitándose con la gastronomía de la zona como el buen queso, los guisos de tagarninas, potajes con garbanzos y habichuelas, espárragos y chacinas ibéricas acompañado del pan de pueblo y buen vino en vaso de barro, siempre pendientes de los migueletes con sus inseparables trabucos amartillados, pistolas, navajas en la faja y el tradicional sombrero de catite andaluz, las botas y polainas puestas entre tabernas, mesones y cuadras con su negro corcel con las cinchas apretadas y muy cortos los estribos, con sus patillas de boca de hacha al estar su vida pendiente de un hilo, siempre en el filo de la navaja.




...Con sus catites y pañuelos, 
sus patillas de boca de hacha, 
desde Grazalema a Utrera,
 veinte bandoleros cabalgan... 

Sin olvidar la Ronda Romántica donde miles de personas rememoran con trajes de época pasajes del siglo XIX junto al Tajo y el Puente Nuevo como monumento más emblemático.

También es digno de destacar la gran labor del maestro y etnógrafo Isidro García Sigüenza “el arriero” con su burra de diecisiete años Molinera –desahuciada por sus dueños- que se propuso redescubrir la ruta romántica entre los Valles del Genal y del Guadiaro.

En el siglo XIX Prosper Merimée en su visita a Ronda en 1830 glosaba “sin duda estábamos ante la ruta más romántica del mundo”. Es cierto que sin pretenderlo aquellos viajeros románticos convirtieron la Ruta Romántica en bellas estampas pintorescas y en pionera del turismo español.

En la actualidad un nutrido grupo “bandoleros y arrieros” redescubren y ponen en valor la ruta romántica para encontramos con pueblos blancos por sus cuatro costados con efluvios andalusíes entre callejuelas angostas y sinuosas con casas encaladas que impregnan y embriagan nuestros sentidos. Una bella armonía entre el ser humano y la naturaleza.



...Desde Grazalema hasta Ronda
 entre tabernas, senderos y riscos
tus huellas hostigan los migueletes,
al acecho entre caminos y cortijos...

Isidro con su acémila Molinera está haciendo camino al andar y nos recuerda de alguna manera a Sancho Panza como fiel escudero y gran amigo de la educación medioambiental. 

El cucharro de corcho era considerado el símbolo del camino al satisfacer la sed de los viajeros en las fuentes públicas a lo largo de la ruta.

“Quizás haya sido el burro, el animal que más hambre haya quitado en este país”.  No quería renunciar a él y recuperar su compañía.

En tiempos de Fernando VII, rey de las Españas, José María Pelagio Hinojosa Cobacho “El Tempranillo” era el amo de la Sierra en Andalucía, ganándose el respeto y el temor que suscitaba su nombre de leyenda. 

Cuando huye "El Tempranillo" a Torre Alháquime al tener pleitos con la justicia traba amistad con Frasquito de la Torre quien lo introduce en el mundo del contrabando. Se cuenta que José María acompañado de doce de sus mejores hombres junto al segundo de la partía "el famoso teniente veneno" irrumpe en una venta de Gaucín cuando estaban comiendo sesenta voluntarios realistas que fueron despojados de sus pertenencias, caballos y armas para su propia vergüenza y advertencia a los que vinieran detrás. Con  semejante carta de presentación no es de extrañar que el Capitán General de Córdoba y Sevilla D. Vicente Quesada emitiera un bando el  24 de agosto de 1830 prometiendo una recompensa de 6.000 reales de vellón a cualquier persona que entregara a José María "El Tempranillo" vivo o muerto y 3.000 por cada uno de los segundos de su partía.


En Jauja nació, en Grazalema ocurrieron los hechos más relevantes de su vida como fueron su boda, la muerte de su esposa María Jerónima Francés al dar a luz y el nacimiento de su hijo siendo bautizado en la Iglesia Parroquial de Grazalema el 10 de enero de 1932 con total impunidad. 


En Corcoya recibe el indulto de Fernando VII para servir a la ley y en el pueblo de Alameda (Málaga) en el cortijo de Buenavista -con tan sólo 28 años- es herido mortalmente el 22 de septiembre de 1833 por otro bandolero compañero suyo en otros tiempos “el Barberillo” en una emboscada. Al día siguiente José María Hinojosa Cobacho es enterrado en el Patio de la Parroquia de la Purísima Concepción.



...Echa buen vino serrano,
 que lo paga el capitán Acevedo,
 el que ahuyenta a los caciques,
 con su "partía" de bandoleros".

No debe caer en el olvido que los bandoleros durante la Guerra de la Independencia española (1808-1814) prestaron un gran servicio a España al ser conocedores del terreno que pisaban y contribuyeron con la guerra de guerrillas a hostigar a los gabachos, causándole numerosas bajas.

En esa época, España ofrecía un importante atractivo para la entrada masiva de mercancías a través de Gibraltar, al haber sido destrozada por la Guerra de la Independencia.  


El popular y desaparecido Carlos Cano mencionaba al "Tempranillo" en una de sus coplas:

¡Qué maravilla, quinientos migueletes y no lo pillan. Lo buscan en Lucena y está en Sevilla!.¡Quién lo diría, que un Rey manda en España! ¡Quién lo diría, cuando en la sierra manda José María!.

…“Una partía, los caciques templando de noche y día. ¡Qué viene galopando José María!”.




Redescubrir la Ruta Romántica puede ser considerado como una puesta en valor del antiguo “Camino inglés” que ha pasado a formar parte de la Memoria de los Pueblos en la Serranía de Ronda, Grazalema, el Valle del Genal y el Valle del Guadiaro, rememorando tiempos pretéritos.

La “Ruta Romántica” o el “Camino Inglés” era un camino muy transitado y que coincide con una de las rutas que los almorávides y almohades nos han legado. Gibraltar como punto de origen a través de Castellar de la Frontera, Jimena de la Frontera, Gaucín -Sair Guazan-, encrucijada de caminos donde paraban las diligencias con las postas en el siglo XVIII y XIX para pernoctar y proseguir a la jornada siguiente, Benarrabá-de los Banu Rabbah-, Algatocín de Al-Atusiyin-, Benalauría-de Ben al Auria-, Benadalid-de Ben-Addalid-, Atajate-con su amplia red de senderos que comunicaban la serranía- hasta llegar a su destino Ronda en el Barrio de San Francisco por la Puerta de Almocábar del árabe "al-maqabir"-antiguo cementerio musulmán-.

Otros viajeros proseguían hacia las Alpujarras y la antigua Elvira-Granada-, considerada hasta 1492 como la Damasco de Occidente.





Desde el 10 al 15 de julio "la partía de bandoleros" ha sido recibida por los alcaldes de los distintos pueblos por donde han galopado sellando su “Cuaderno de Rutas”. La ruta ha estado dividida en seis etapas desde  Gibraltar como punto de origen, Castellar, Colmenar, Jimena de Líbar y Ronda como destino junto al Retablo de los Viajeros antes de llegar al Puente Nuevo para proseguir posteriormente en un segundo itinerario hasta Grazalema, Zahara de la Sierra, Montellano y Utrera.




Esta puesta en valor de la Ruta Romántica ha consistido en transitar durante varias jornadas durmiendo al raso bajo la noche estrellada junto a sus albardas.


Es necesario resaltar que el camino inglés así como la figura del arriero ha sido fundamental en la frágil economía de los pueblos donde predominaba el caciquismo (*).


Vista desde el castillo de Gaucín. Al fondo el Peñón de Gibraltar

Los arrieros transportaban en sus reatas de mulas o recuas de borricos cargados de grandes fardos con productos que escaseaban en la Península como el tabaco, café, azúcar y telas –que no pagaban impuestos- atravesando peligrosos desfiladeros entre riscos y senderos donde asechaba algún que otro bandolero junto a la bota de cuero con el vino y el agua pendiente del arzón de sus monturas. Los arrieros preferían dormir al raso por cuestión de seguridad.

Etimológicamente el término arriero viene de arrear, persona que trajina con bestias de carga de un lugar a otro. Existe un refrán popular en nuestra tierra que dice, ¡arrieros somos y en el camino nos encontraremos!.


Sin duda redescubrir y  poner en valor puede convertir de nuevo la “Ruta de los Viajeros Románticos” en una de las más importantes de Andalucía y de España. Personajes de la Ruta Romántica han sido convertidos por la literatura popular a su manera en mitos como los bandoleros, contrabandistas, poetas y arrieros.

Desde Montellano,  pueblo ubicado en el cuaderno de rutas de los "bandoleros" para el blog de mis culpas...



*No hace falta recordar  que la España rural  durante el siglo XIX actuaba como un verdadero caldo de cultivo para que los antígenos del caciquismo crecieran exponencialmente.

La figura del cacique y correligionarios ejercían un enorme poder en todos los territorios donde ejercían su influencia.


Los caciques en las áreas rurales estaban sostenidos por sus altas influencias políticas y designaban alcaldes, controlaban a jueces locales y funcionarios públicos, actuando con toda la arbitrariedad posible.




Es cierto que en torno al mundo de los bandoleros los sentimientos siempre se han polarizado. Para la aristocracia, caciques y señoritos andaluces de la época eran considerados bandidos, ladrones o asesinos mientras que para la gran masa de jornaleros, gente humilde y campesina eran una especie de héroes con alta estima en unos tiempos donde el campesinado estaba desposeído de todo derecho social y anclados en la pobreza e injusticia más absoluta.

Posiblemente detrás de la figura del bandolero existiese una razón de orden sociológico, al ser empujados por la miseria bajo el amparo de una justicia corrompida mientras
los jornaleros estaban sometidos a los abusos continuos y considerados como mano de obra sumisa, “esclava”  y analfabeta.


Los salarios eran de miseria y las familias no podían comer sólo con un salario necesitando la ayuda de sus hijos que muy jóvenes empezaban ya a ser explotados. La gastroenteritis, la disentería, el raquitismo y la tuberculosis hacían mella en numerosas familias.

Por tanto, con esos ingredientes en la sociedad de su época no es de extrañar  que cuando Fernando VII entrara en Madrid en 1814, fuese recibido por una masa enfervorecida e ignorante que gritaban ¡Muera la libertad, vivan las cadenas!. Un desafortunado lema acuñado por los absolutistas que no permitirían que la razón y el progreso afloraran en la sociedad.




En este contexto, la figura del bandolero ha sido siempre vista con respeto por las capas sociales más frágiles del mundo rural hasta que el telégrafo, el ferrocarril y las fuerzas del Estado de la época fueron minando su existencia.


Enlaces de interés

Sangre y Amor en la Sierra (I)

Sangre y Amor en la Sierra (II)


Ronda Romántica


El Camino Inglés entre Ronda y Gibraltar

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