martes, 28 de enero de 2014

Visita a Priego y Lucena


“Andalucía es el resultado de un proceso histórico con identidad histórica como base de su identidad cultural, modelada a lo largo de siglos que nos ha dado nuestra forma de entender la vida y como resultado final nuestra cultura que forma parte de la memoria colectiva”.
Isidoro Moreno (antropólogo)


Una soleada mañana de finales de enero dejamos atrás nuestro desvencijado castillo de Morón, empapado en olvido e indiferencia,-que ha cumplido su primer milenario como reino de taifa-, para  dirigirnos hacia la subbética andaluza, salpicada de aldeas blancas diseminadas en perfecta armonía con el paisaje y visitar la ciudad de Priego, uno de los pueblos más bellos de Andalucía al integrar en tiempos pretéritos una de las ruta del Califato en pleno centro geográfico que comunicaba dos de las capitales más importantes de la historia andalusí de alcance universal: Córdoba y la antigua Elvira (Granada).

Ninguna ciudad de su época pudo compararse a Córdoba en número de habitantes, en condiciones de vida ni en actividad cultural hasta muchos siglos posteriores. Una ruta del Califato salpicada de medinas (al madinat), mezquitas, atalayas, alcazabas (al Qasaba), arrabales (al rabad), aljamas, alhamas (al hamma), tabernas, posadas (fundaq), ladrillos, tejados árabes y costumbres dentro de nuestro proceso histórico modelado durante siglos.



La Corá de Priego llegó a formar parte de una de las dos rutas del Califato. La primera ruta pasaba por Castro del Río y Alcaudete hasta Alcalá la Real. La siguiente ruta transcurría por Fernán Núñez, Aguilar de la Frontera, Lucena y Priego de Córdoba hasta Alcalá la Real donde se unían ambas rutas para llegar a Granada.



También esta ciudad cordobesa desempeñó a finales del siglo IX con Muhammad I, un destacado papel durante las rebeliones del muladí Umar ibn Hafsun -y su aliado Ibn Mastana- que  extendió su autoridad desde Ronda hasta Reyyo (Málaga), Elvira, Jaen, Baeza, Úbeda, Priego y Écija hasta que Abd al Rahman III (912-929)  restablece el prestigio de los omeyas en Al Andalus y acaba con la anarquía y con los sublevados de Ibn Hafsun.



Fernando III la reconquista en 1225 siendo entregada a la orden de Calatrava como cabeza de una encomienda de la orden que construye la imponente torre del homenaje y uno de los aljibes pero se pierde en 1327 para engrosar el reino nazarí. En 1340 Alfonso XI la reconquista  definitivamente repoblando el lugar y  reparando el perímetro amurallado.

Llegamos hasta el Vial del Castillo, una calle peatonal cuyo trazado coincidía con el espacio transitable entre las murallas del castillo y las de la villa medieval hasta llegar a su imponente entrada. Al entrar, lo primero que destaca es la torre del homenaje que posee un aljímez con arcos de herradura en la planta noble (1246-1327). El castillo de Priego es una de las fortificaciones de la Baja Edad Media más importantes de Andalucía. Es un castillo cristiano (siglos XIII al XV) que ocupa el mismo lugar que una alcazaba andalusí (siglo X al XIII).

Desde la parte más alta de la fortaleza podemos observar la Torre fechada en 1541 junto a la Iglesia de la Asunción, edificio gótico mudéjar del siglo XVI y al fondo una bella panorámica de la serranía. Desde el castillo nos dirigimos al barrio de la villa, entre angostas y sinuosas callejuelas blancas encaladas y sus paredes adornadas de macetas con flores que otorgan un bello colorido. 


Bellos nombres como azahar, azorí, Maimónides, etc… nos retrotraen a la época andalusí. Al final de la angostura de sus calles del casco histórico llegamos al Balcón del Adarve «ad-darb» cuya belleza quedará grabado en la retina de nuestro recuerdo.

También visitamos uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad como es la Fuente del Rey del siglo XIX compuesta por tres estanques con nivel de agua escalonado de la que manan ciento treinta y nueve caños de agua. Y la Fuente de la Salud construida en el siglo XVI, compuesto por un amplio frontispicio de estilo  manierista, declarados monumentos nacionales.



Terminamos la jornada visitando otra bella ciudad en la ruta del Califato, Lucena conocida como la ciudad de las Tres Culturas (judía, musulmana y cristiana) o como Perla de Sefarad por los judíos de la Edad Media.



Paseamos por el perímetro del bello castillo del Moral con su Torre del Homenaje de planta octogonal.  Tras la desaparición del Reino nazarí de Granada, este enclave fortificado se convierte en alcázar de los señores de Lucena.

Fue declarado monumento Nacional por haber sido prisión de Boabdil, último rey de Granada, al intentar tomar la ciudad de Lucena durante el decenio que duró la guerra de Granada, lo que marcó la influencia definitiva del mundo cristiano frente a la media luna.
  

A escasos metros de la considerada como Catedral de la Subbética iniciada en 1498 por el arquitecto Hernán Ruiz I se puede observar de la época judía algunas calles en el casco histórico de la ciudad con su nomenclatura, lo que demuestra la trascendencia y vinculación de Lucena con la cultura judía. El nombre de Lucena proviene del hebrero Eli ossana denominada por los musulmanes al-yussana.
Desde Priego y Lucena en la ruta del Califato...



jueves, 16 de enero de 2014

EFLUVIOS ANDALUSÍES desde la antigua Cora de MORÓN



“Andalucía es el resultado de un proceso histórico con identidad histórica como base de su identidad cultural, modelada a lo largo de siglos que nos ha dado nuestra forma de entender la vida y como resultado final nuestra cultura que forma parte de la memoria colectiva”.

Isidoro Moreno (antropólogo)

Andalucía ha sido el resultado del crisol de culturas en su constante histórica en la que destaca por derecho propio una brillante civilización que tuvo su máximo esplendor bajo la antigua Al Andalus (la España musulmana) estimulando durante siglos la imaginación de una Europa de su época sumida en las tinieblas de la ignorancia. Nombres tan bellos como Andalucía, Sevilla, Guadalquivir, aceite, alfarero, aljibe y un largo etcétera pertenecen a ese gran legado andalusí. Es obvio que dicha civilización ha marcado la historia y la cultura de España que al mismo tiempo dejaron huella en muchos aspectos de nuestra personalidad. Negar esto sería amputar la realidad.

 Alpujarrra granadina

Al Andalus fue el primer país de occidente en la fabricación de papel, de seda, en contar con infraestructura hidráulica como los molinos de agua, acequias, sistemas de riesgo ayudado por la noria que hizo inmensamente fértiles las huertas y vegas andaluzas y levantinas, al contar con cultivos como la caña de azúcar, el azafrán, árboles frutales y hortalizas desconocidos en Europa, lo que contribuyó a enriquecer la dieta de los españoles.


Un marco geográfico desde la antigua Sharq al-Andalus (oriente) hasta el antiguo Garb al-Andalus (occidente) con la cuenca del Wad al Kabir (Guadalquivir) como fiel testigo de la historia. Una fusión entre la cultura autóctona con diferentes pueblos mediterráneos cuyo resultado final ha sido un auténtico crisol de culturas, -desde los tartessos, fenicios, griegos y cartagineses hasta la civilización árabe con un fuerte soporte demográfico autóctono y bereber junto con la judía, produciéndose una fuerte arabización a lo largo del siglo IX, debido a la importancia que tuvo la lengua en la que fue revelado el libro sagrado de la nueva religión, el Corán. Una lengua sinónima de refinamiento y erudición que sirvió como vehículo para introducir las primeras traducciones al árabe de los filósofos griegos, en especial Aristóteles de la mano de Averroes y que posteriormente se benefició el pensamiento posterior  del mundo latino (Santo Tomás).


Un legado cultural bajo un marco geográfico que durante siglos nos ha dotado de una identidad histórica y cultural. Una brillante civilización donde florecieron la filosofía, la poesía, la arquitectura, las matemáticas -se avanzó en el estudio del álgebra y la aritmética, cuyo precursor fue el oriental al-Jwarizmi (de ahí logaritmo)-, la astronomía y astrología (se estudiaron los movimientos de las estrellas y los planetas por medio de sofisticados astrolabios), la medicina,-los cirujanos musulmanes ya en el siglo X sabían como tratar las cataratas de la vista y eran conocedores de anestésicos-. Avicena (*), médico, científico y filósofo, aunque no estuvo en Córdoba, contaba entre sus textos más famosos "el libro de la curación y el canon de medicina", conocido como el Canon de Avicena.

Mientras tanto, el mundo cristiano consideraba la enfermedad mental como algo satánico. Los árabes introdujeron por primera vez dicho concepto y se perfeccionaron las teorías de Hipócrates y Galeno, la botánica, la agronomía, la alquímia y otras ciencias como en ningún lugar de Europa y del Mediterráneo de su tiempo con Maimónides, Averroes, Ibn Kaldum, Ibn Hazn (autor del collar de la paloma”, Al Motamid (el rey poeta de Sevilla). 
   
Cuando la Europa cristiana, en el año 1000 estaba bajo el influjo del fin del mundo, Al-Biruní calculó el radio de la Tierra demostrando que nuestro planeta giraba alrededor del Sol.También confirmaron la esfericidad de la Tierra siglos antes de que Colón descubriera el Nuevo Mundo. La madraza o universidad islámica, creada en el siglo XI, fue el embrión de las universidades europeas. 


 A partir del año 1212 con la batalla de las Navas de Tolosa, las tropas cristianas empezaron a llamar Andalucía aquéllos territorios que iban conquistando (la antigua Isbilia, Córduba, Jaen) hasta llegar a la antigua Elvira (Granada) el 2 de enero de 1492.

Federico García Lorca, consideraba el 10 de junio de 1936 sobre la toma de Granada en 1492:

“Fue un momento malísimo, aunque digan lo contrario en las escuelas. Se perdieron una civilización admirable, una poesía, una astronomía, una arquitectura y una delicadeza única en el mundo, para dar paso a una ciudad pobre…”.

La toma de Granada por los Reyes Católicos estuvo acompañada de intolerancia e integrismo religioso, lo que contribuyó a  sembrar el descontento, echando por tierra una labor que con cierta tolerancia podría haber dado grandes frutos.



La destrucción de las bibliotecas granadinas así como la quema de libros islámicos, la prohibición de usar la lengua propia, conversiones forzadas, imposiciones económicas insostenibles, trajeron como consecuencia las sangrientas luchas de 1568-1571 (sublevación de las Alpujarras) y su posterior expulsión en 1609 con Felipe III, al cobrar fuerza la idea de que los moriscos pudieran ayudar a una invasión turca, -una especie de quinta columna-. Castilla no cumplió lo pactado en las capitulaciones de Granada y como consecuencia de la presión ejercida por las nuevas autoridades castellanas sobre los denominados moriscos refugiados en las serranías denominados monfíes, que se vieron obligados al destierro.



La expulsión de los judíos  (31 de marzo de 1492) y posteriormente la deportación de los moriscos (9 de abril de 1609) ha sido considerado por la historia como una “limpieza étnica”. Una falta de altura de miras que tuvo consecuencias lamentables para la economía española de la época al quedar pueblos enteros desiertos, la economía se resintió, la burguesía se arruina y los bancos quiebran en 1613.


Durante ocho siglos de civilización,-con sus luces y sombras-, Al Andalus gozó de épocas de tolerancia entre las tres culturas (cristiana, judía y árabe), con sus costumbres, modos de vida y organización social bajo una relación de convivencia. 

Sirva el presente poema del poeta rondeño del siglo XIII Abul Beka donde se refleja en cierto modo la nostalgia del sentimiento andalusí por el avance cristiano e influencia de la cruz y al mismo tiempo comienza el declive de la media luna.


Ya llora al ver sus vergeles
y al ver sus vegas lozanas
ya marchitas,
y que afean los infieles,
con cruces y con campanas,
las mezquitas.


El vocabulario castellano contiene unas cuatro mil palabras de origen árabe, algunas tan bellas como:  

Andalucía, Sevilla, Guadalquivir, Algarve, Axarquía, Albacete (Al-Basit, "El Llano"), La Mancha (Al-Mansha, "tierra sin agua”), Guadalajara, Guadiana, Mulhacén, acelga (al-silqah), aceite (azzayt), albaricoque, acequia, aceituna, ajedrez, alcalde, alberca, albañil (al-bannil) alcachofa, algarroba, alhama, aljama, aljibe, almacén, almanaque, almazara (al-ma´sara), almuédano, almunia, altarazana, añil, azahar, babucha, barrio (al-rabad), café, cahiz, califa, imán, limón, medina, mezquita, morisco, mozárabe, mudéjar, muladí, naranja,  noria, ¡ojalá!, posada, sandía, taifa, zagal, zanahoria, zoco, zoquete, zurrapa…

En definitiva, una forma de entender la vida, la del pueblo andaluz,  como resultado final de nuestra cultura que forma parte de la memoria colectiva”.

(*) Avicena:  Abu Alí al Husain ibn Abdullah ibn Sina


Enlaces interesantes


Bibliografía

Andalucía: una cultura y una economía para la vida de Isidoro Moreno y Manuel Delgado Cabeza