domingo, 5 de junio de 2011

Antonio Ruiz "el Carpintero" y Manolo Coronado I


El pasado miércoles 3 de junio de 2011 tuve la satisfacción de encontrarme en el Bar Retamares de Morón con el cantaor y amigo Antonio Ruiz “el Carpintero” de la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco y cambiamos impresiones sobre su gran afición al flamenco.

Me comenta Antonio que en sus inicios fue un enamorado de la copla escuchando a Concha Piquer, Marifé de Triana…
¡De niño escuchaba a mi madre cantar en los corrales antiguos y después ya mayor empecé a echarle oídos al cante!. Tendría unos trece años.

Conocí personalmente a Diego del Gastor, Enríque Méndez García Plata (el vizco Méndez), Vicente el barbero, Bernabé el grande que entraban mucho en el antiguo bar de la Goleta donde había muy buenas reuniones con mucho arte.

Personalmente, escuché a Diego en la casa de Chimenea, en los Remedios con 17 años. Me invitaba el hijo y amigo de Chimenea, Pepe que estaba en Alemania. Vivía por entonces en la casa de mis padres en la calle Fuensanta, muy cerca de los Remedios. La primera vez que estuve con Diego fue en casa de Chimenea con Josefa Atienza Ríos su mujer, comadre de Diego del Gastor. 



¡A Diego, lo que se dice bien lo conocía muy poca gente!

Iba sobre las 10 de la noche y nos daban las 4 o 5 de la mañana. Andrés Cabrera era un patriarca por naturaleza y con el máximo respeto les escuchaba a ellos pero nunca hablaba sino que me dedicaba a escuchar para aprender.

Diego  decía refiriéndose a mí, ¡este niño no habla! Todavía con 63 años sigo manteniendo la timidez y la prudencia.

Una de las noches acuerdan que Paco “el perfecto” recitara un poema de García Lorca y en esa charla de riqueza cultural le dice Diego a Paco: "Estoy de acuerdo que la luz hay que apagarla”.

¡Trato hecho!, la mujer de Chimenea, Josefa Atienza Ríos estaba haciendo una sopa de tomates ¡Serían sobre las 12 de la noche!

Se apaga la luz y empieza Diego a tocar por solea con la templanza que tenía ese gran gitano. Diego tenía un vocabulario exquisito y cuando había que brindar, Diego decía esta frase, "Brindemos por la libertad de los pueblos" y Paco “el perfecto” empieza a recitar un poema de Lorca. 

Escuchando el poema se me pusieron los vellos de punta. Diego le decía a Chimenea: 

¡Compadre, la puerta, que hay que tener cuidado con los ondunares (la brigadilla). Pero jamás los ondunares llamaron a la puerta de Chimenea porque el sistema político de antaño respetaba a Diego al máximo. Había sopa de tomates, morcilla, aceitunas y mucho pan. Nunca hubo por razones obvias, ni jamón ni caviar.

En una de las noches, me dijo Diego, ¡de quien es este niño! Y le contestaron: ¡Este niño es hijo del carpintero!, y me dijo Diego: ¡Niño, ponte aquí a mi lado! ¡A ti que es lo que te gusta, por qué toque quieres que empiece! Porque entonces, no existía la prisa. Sería el año 1967-68.

Yo le dije: ¡Diego, ¿Por qué no me toca usted un poco por seguiriyas! ¡Compadre, has visto al niño!¡Eso está hecho, niño!

Cuando escucho a Diego por seguiriyas y esa forma de tocar con esa hondura me quedo perplejo. Diego era la misma persona pero le tenía pánico a los escenarios. Diego mandaba a un hijo de Chimenea por la guitarra a Casa de Paca Amaya Flores y cuando llegaba con la guitarra le decía, ¡padrino, me ha dicho su hermana que ha estado Don Antonio Camacho para que vaya usted a tocar a una fiesta!

Y a Diego se le ocurrió decir: ¡Yo no voy a una fiesta ni aunque venga un piquete de la legión!¡Como así ocurrió!

En la actualidad tengo 63 años y tenía 17 en aquélla reunión. Estuve varias veces allí y esa suerte no estaba al alcance de todo el mundo.


Por entonces, no tenía capacidad de asimilar lo que estaba viviendo, un chaval tan joven viviendo aquéllos sonidos, cantes y comportamientos que hasta mucho tiempo después que lo escuchaba en "Casa Pepe" no pude asimilar tanto arte. Yo repartía sillas para alegrías y tristezas y me paraba siempre en Casa Pepe (la casa de los gitanos, cátedra del puro arte flamenco de Morón, donde todos los artistas de la época venían a Morón buscando a Diego del Gastor). Lo que hoy ya no existe. Aquélla madrugada, recuerdo que los vellos de los brazos los tenía como púas. 

¡Tengo tantas conversaciones!, porque entre ellos se picaban unos a otros pero siempre eran amigos auténticos donde el arte  brotaba como un manantial pero quedaba en un segundo plano. 

Lo más importante era la amistad. Se han perdido muchos valores.

Antonio,¿Qué ha ocurrido para que el flamenco haya pasado de ser una anécdota en tiempos pretéritos  a ser declarado hoy Patrimonio Inmaterial de la Humanidad?

Antes estaba muy mal visto juntarme con gitanos mayores que yo y escuchaba a alguna gente decir: ¡Ya van los gitanos de juerga y los payos que van con ellos, también!. De estar mal visto hace 50 años a ser hoy Patrimonio de la Humanidad ¡A ver como se come!. Porque el flamenco es y ha sido Patrimonio de la Humanidad desde hace muchos años.

¡Una anécdota!.

Los amigos de mi padre, Francisco Ruiz (uno de los mejores ebanistas que ha parido este pueblo, hombre muy completo que dibujaba y tallaba, cogía la madera de caoba y nogal y empezaba y terminaba el mueble de grandes estilos hasta encharolarlo), le decían:

¡He visto a tu hijo Antonio con los gitanos. Y mi padre le decía, ¡mi hijo tiene más hechura de artista que de carpintero!.

Antonio, ¡muchas veces he oído hablar de puristas, ortodoxia y heterodoxia del cante!...

Me considero purista del cante pero no estoy cerrado a ninguna música.

No he querido comer de esto y ahora menos porque lo he conocido. Estuve dos veces en la Habana a través del hermanamiento entre Morón y Morón de Cuba durante 10 días cantando a través de mi amigo y gran tocaor flamenco como la copa de un pino y mejor persona Paco "el Leri".

También estuve en Irán cantando. Este viaje vino a través de Almudena de la Maza, entonces casada con el embajador español en la embajada de Teherán. Estuvimos en todos los espectáculos en el Teatro Imperial de Teherán con la mejor acústica que he visto en mi vida.

Y no se que contarte más...

Simplemente, amigo Antonio Ruiz, agradecerte la deferencia que has tenido para contarnos un poco de tus vivencias en este blog de mis culpas. Cantaor dedicado  al flamenco con mayúsculas, una voz desgarrada que produce escalofrío cuando brota de las cuerdas de una garganta: la soleá o una seguiriya acompañada por el toque de una buena guitarra.

Cante jondo que se rezume por los poros de la piel en una frontera imaginaria de los sueños blancos, en la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco.

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