jueves, 10 de marzo de 2011

Los últimos alfareros de Morón


La chimenea realizada por Cristóbal García, único vestigio arquitectónico de las antiguas cantarerías de Morón. Al fondo la imagen de María Auxiliadora del Colegio Salesianos, realizada por Francisco Fortes Muñoz y donada por Antonio Mejías.


¡Pobrecillo del que es pobre
y come por manita ajena
siempre mirando a la cara,
si la ponen mala o buena!

Letra flamenca


Haciendo  una mirada retrospectiva, recuerdo a los albañiles tradicionales mencionar con cierta frecuencia la frase "en las cantarerías  de Morón se fabrican  ladrillos de gran  calidad".

Sirva la presente para testimoniar mi agradecimiento desde este blog de mis culpas a aquéllos trabajadores, que con su clásico mandil manchado de barro, se dejaron su juventud en unos tiempos muy precarios donde la salud y los derechos laborales brillaban por su ausencia. 

Recuerdo con grata satisfacción -en la Cantarería de Antonio Martínez Vázquez- a Francisco Fortes, Bartolo, Paco, Mariano, Maguilla o Joseito entre otros, junto con el buen encargado y mejor persona Pepe Claro.
Cantarería comienzos del siglo XX en Morón. Foto Biblioteca Mpal. Morón


En  el año 1946 un oficial ganada de salario 15 ptas/día, el especialista  13,25 ptas/día. y el peon 12 ptas/día. cuando un litro de aceite de  oliva costaba 8 pesetas. No se ganaba ni para vivir en unos tiempos en  que cualquier persona con dinero estaba capacitado para montar una  “empresa”. Eran las clásicas lentejas “si las quieres las tomas y si no  las dejas”. Malos tiempos en los que todas las vacas daban leche para los  mismos de siempre estando los trabajadores en una anorexia colectiva de  derechos laborales  y para colmo, al final de su ciclo, la fábrica cerró dejando a éstos magníficos profesionales en la  cuneta laboral y con cincuenta y tantos años en el paro.

¡Lástima que en  aquélla época no existiera alguna escuela taller que pudiera asimilar tanta  experiencia y legado profesional que nos hubiesen dejado!

Una especie de  recibo de 1927
Tan  sólo queda como último vestigio arquitectónico en Morón (en referencia a  las antiguas cantarerías), la gran chimenea construida en  1944 por Cristóbal García  y que un rayo destruyera la cornisa en los años 60 al carecer de pararrayos  aunque posteriormente fue reconstruida.

Fáfrica de loza vidriada Manuel Martínez Ledesma

Recuerdo  que muchos fijos discontinuos tenían en invierno que irse a trabajar a  los molinos aceiteros para poder seguir trabajando ya que en invierno la  faena de las antiguas cantarerías decaía y por lo tanto la mano de  obra quedara reducida a su más mínima expresión.

En aquella época se producía un éxodo estacional de trabajadores de las antiguas cantarerías a las almazaras. Al igual que ocurría con las antiguas cantarerías, también en la industria del aceite se necesitaba abundante mano de obra estacional como braceros. Recuerdo a muchos trabajadores de la época trabajar desde mayo a finales de septiembre en las antiguas cantarerías para después marcharse a trabajar evitando el desempleo, a los molinos aceiteros y extractoras de orujo hasta final de la campaña. 

Eran unos tiempos precarios donde todas las vacas daban leche, al menos para los empresarios, y donde la fuerza del trabajo les proporcionaba enormes plusvalías. La Dictadura de Franco le otorgaba plenos poderes a la patronal en detrimento de la clase obrera.

El  proceso de la elaboración de la materia prima (barro ecológico) hasta  convertirse en materia elaborada (ladrillo, tubos…) era el siguiente:

Torno similar a los que existían en la fábrica

Se  extraía la materia prima para la fabricación de ladrillos de  una cantera cercana en término de "La Laiz" y el barro para tubos y  pipetas de saneamiento de una zona cercana a Morón llamada Fuente Nueva  (barros colorados). El barro una vez extraído venía con su propia  humedad y había que colocarlo a secar bajo el sol para quitarle dicha  humedad. Una vez seco se depositaba en pilas para su remojo y ayudándose  con el empleo de un rodillo se convertía en fluido y se pasaba por un  tamiz y se quedaba en el pilón el tiempo necesario para su utilización.  Se le quitaba el agua y en un sitio limpio se dejaba que se cuajase. Se  trabajaba primero con los pies de la persona y acto seguido con las  manos. Una vez realizada esta operación se llevaba al antiguo alfarero  para que le diera forma en el torno que funcionaba con el pie del  artesano. Más tarde se llevaba al secadero para que se secara con el  aire natural porque si se introduce húmedo en el horno, sale defectuoso.

Posteriormente  se introduce el material en el horno árabe y se enciende el fuego con  leña de olivo desde la puerta de la caldera hasta conseguir una  temperatura de 800  a 900 ºC. La cochura era a ojo del buen profesional  para ladrillos y en los hornos continuos con un amperímetro. En el horno continuo estuvo trabajando el constructor Antonio Porras, de joven. Los tubos  de saneamiento se humedecían en pilones que contenían mineral de plomo, cobalto o magnesio que venía de Linares y tenía que fundir a altas temperaturas 1000-1200  ºC. Se observaba por su parte alta los respiraderos para que salgan las  calorías y a la vez se observe el interior del fuego El proceso duraba  24 horas y el fuego empezaba rojo y cuando la cochura estaba hecha salía  blanco. Los ladrillos vistos se colocaban con barro seco en la prensa y se dejaban varios días en el secadero para posteriormente colocarlos unos con otros de forma que pasara el fuego entre ellos y ser cosidos de forma correcta.

Sardinel.  Ladrillo con cuello de paloma
 Una  vez pasado este proceso se dejaba enfriar hasta que las calorías  dejaban a los profesionales sacar el material sin peligro alguno. Los  restos de candela del cocimiento de los tubos alimentados con orujillo extractado de la fábrica que quedaban se apagaban a las 24 horas  y se  vendían como cisco de orujo o carbón vegetal menudo para calentarse las  personas en los hogares con antiguas copas con su badila correspondiente  para remover el carbón. Cuando se cosían ladrillos con leña de olivo,  no quedaban restos.

Cajillo de metal donde entraba el barro seco a presión para convertirse en ladrillo crudo con el dibujo
Se  elaboraban también tubos en forma de Y griega hechos a mano y pipetas con sifón en moldes de yeso para los desagües. También se utilizaban como tubos colectores para canalizar las aguas pluviales de los tejados. Los tubos  en barro crudo se introducían en los machos o  moldes que se elaboraban en el torno y al final se le colocaban los  enchufes para que entrara el otro tubo.Existían tubos de saneamiento desde el nº 1 con 6 cm. de diámetro de boca hasta el nº 7 con 25 cm. con sifones y codos fabricados a medida.

Macetón con su pie en cerámica
Según  me comenta Pepe aunque no lo ha visto ya que eran todavía más antiguo, se han elaborado tejas como lo hacían los  antiguos árabes cuando no existía todavía el torno, se daba forma a la  teja y se colocaba el barro en la parte del muslo del mismo alfarero  para darle forma. No lo ha conocido personalmente pero ha visto muchas tejas en la fábrica realizadas con ese procedimiento artesanal hasta que entró la industrialización. Todavía existen casas viejas con el tejado de aquélla época. Por un lado más estrecho y por otro más ancho que después colocaban los albañiles en los tejados con sus limatesas y limahoyas.


También  se fabricaban ladrillos de  rasilla, tabique, contrata, de gafas, visto  y de cuello de paloma para fachadas y sardinel (en Morón se ha usado este término para nombrar al escalón de la calle) que eran ladrillos colocados de canto horizontalmente, ladrillos de gotera de cabeza y de soga de  14 x 28 cms.

Recuerdo que en las antiguas cantarerías entraban "los jornaleros del barro" de madrugada para fabricar las  pipetas de saneamiento y trabajaban en condiciones precarias con unas  viejas y escasas bombillas en unas instalaciones obsoletas. Miles de ladrillos que se cargaban a mano. Magníficos profesionales que se dejaron la  salud en aquéllas viejas fábricas.

Paraguero de cerámica con más de 45 años

Hoy  todo el proceso de artesanía tradicional ha desaparecido en beneficio de los tubos de cemento y de plástico rígido, aunque nada nos impide de que  la  retina del recuerdo nos refresque un poco la memoria.



P.D. El pasado 2 de mayo de 2017 tuvo lugar en el Ayuntamiento de Morón la presentación de un busto en recuerdo de la figura de don Francisco Martínez Quesada (1907-1973), director de la Banda Municipal de Música de Morón entre los años 1947 y 1971, siendo una de las épocas más brillantes en su longeva historia. El busto ha sido realizado en terracota en el año 1973 por Francisco Fortes siendo donado por la familia Fortes al Ayuntamiento de Morón de la Frontera.


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